Los principales cruces fronterizos entre Pakistán y Afganistán son un caos, debido a que en pocas horas vence el plazo que dio Pakistán a los 1,7 millones de afganos que viven de forma irregular en el país para que se marchen por cuenta propia.
Los migrantes indocumentados esperan ansiosos en camiones cargados con miles de personas ser registrados para que su país les permita la entrada.
“Gulfishan, Gulfishan, ¿dónde estás? Nos vamos”, gritaba hoy una mujer que aparentemente llamaba a su hija, a la que buscaba entre las calles abarrotadas.
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En caso de que los afganos no abandonen Pakistán, a partir del jueves serán llevados a centros de detención, donde permanecerán unos días antes de ser expulsados.
La principal razón por la que Pakistán decidió expulsarlos fue por el aumento de la inseguridad en el noroeste del país en la frontera con Afganistán, así como por considerarlos como una carga para la infraestructura y las finanzas.
Hay sectores que piden que se adopte una actitud menos estricta, pues muchos afganos viven en dicho país desde que nacieron, por lo tanto, lo consideran su país, además de que no conocen nada sobre Afganistán.
Incluso, para algunas mujeres regresar significa perder libertades, pues en su país está prohibido que las niñas asistan a la escuela después de la primaria.
DRS