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Así gritaron muchos en sus arengas en una marcha rosa, ¡la corte no se toca!; la corte que representa uno de los supremos poderes, que debe velar por justicia “pronta y expedita”.

¡Obrador quiere destruir las instituciones!, hasta hoy siguen gritándolo, esas instituciones que a lo largo del país se encargan de la equidad… pero no hay nada más lejano, no hay equidad, no hay justicia, no hay equilibrio de poderes cuando vemos a un juez declarar absuelto a un violador porque la víctima no proporcionó lugar y hora precisos del hecho; un abogado se apresuró a decir “lo gana en segunda instancia”, olvidándose de la revictimización; el juez indicó que la crítica a su sentencia estaba fuera de contexto, aunque, le creía a la víctima y la agresión, según las periciales, sí había ocurrido.

Una tarjeta informativa señaló que el supuesto agresor había demostrado que la fecha de la supuesta agresión había estado con su esposa e hija y tenía comprobantes de compras de ese día…

La víctima perdió credibilidad y el agresor hoy está libre por no haber podido detallar el lugar, día y hora de la agresión, pero… ¡la víctima tiene 4 años!

¿Puede una niña de 4 años detallar con exactitud una agresión que incluso a adolescentes y mayores los deja en shock?, ¿por qué se revictimiza a una menor al que su tío comprobadamente la agredió?

Los casos anteriores se suman a los que he detallado de impartición de justicia, que lo mismo libera a delincuentes de cuello blanco, narcos o agresores sexuales.

Sigue prevaleciendo el dinero para sesgar a la justicia, con jueces que ganan más que el presidente, violando la ley, ¿cómo podemos confiar en ellos?

Seguimos en un estado de “chueco”, dependiente del dinero para comprar todo y a todos, en donde códigos y leyes solo son parapeto para la puerta giratoria, un país de leguleyos, en el que todos se valen del que menos tiene: afuera de los juzgados te asaltan para “asesorarte”; las copias cuestan 500 pesos; el moche para el juez; los viáticos del abogado aparte del costo del proceso porque “todo está muy caro”. De arriba abajo, un sistema laxo ha permitido la degradación de la justicia y tiene que cambiar porque forma parte principal de la gran corrupción que aún enferma al país.

Ana María Vázquez

Escritora

@Anamariavazquez

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