La guerra en Ucrania volvió a escalar con crudeza. Al menos 19 personas murieron y cerca de 300 resultaron heridas tras una serie de bombardeos rusos en la región de Dnipropetrovsk, en el centro-este del país, según informaron autoridades locales.
Se trata del ataque más mortífero en la zona desde el inicio de la invasión en 2022, luego de que Moscú reanudara sus operaciones en esa región hace dos semanas.
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El ataque coincidió con el arranque de una nueva cumbre de la OTAN en La Haya, donde el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, llegó en busca de nuevos compromisos de ayuda militar y financiera. A su arribo, se reunió con el secretario general de la Alianza, Mark Rutte.
De acuerdo con la policía ucraniana, el ejército ruso lanzó misiles sobre las ciudades de Dnipró y Samar alrededor de las 11:10 horas locales, destruyendo un edificio administrativo y afectando también centros escolares y de salud. El balance actualizado la noche del martes arrojó 17 muertos y 280 heridos en Dnipró, además de dos fallecidos y 14 heridos en Samar, según el jefe de la administración regional, Serguii Lisak.
Acción y reacción
La ofensiva ocurre mientras las fuerzas rusas siguen ganando terreno en el este, ante un ejército ucraniano debilitado por la falta de recursos y personal. “Putin destruye vidas, es su definición del control”, escribió Zelenski en la red social X, acusando al Kremlin de utilizar el terror como herramienta de poder.
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El jefe adjunto de la diplomacia ucraniana, Andri Sibiga, denunció que Moscú busca enviar “un mensaje de terror y rechazo a la paz”, justo cuando la OTAN discute el incremento de su presupuesto en seguridad ante el deterioro del orden internacional.
Para este miércoles, está previsto un encuentro entre Zelenski y Donald Trump. El presidente estadounidense prometió terminar la guerra “en veinticuatro horas” al ganar la presidencia el año pasado. Sin embargo, su propuesta de alto el fuego no ha tenido efectos concretos hasta ahora, en un conflicto marcado por el estancamiento diplomático.