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El valor de la vida

Por: Eusebio Ruiz Ruiz.

Alice Miller (1923 – 2010), filósofa, socióloga y psicóloga, nacida en Polonia, hizo un estudio acerca de un hombre que fue violentado en su infancia, su papá lo golpeaba, aun cuando la falta fuera mínima o imaginaria; ni siquiera por su nombre llamaba al hijo, cuando quería que fuera a donde él estaba le silbaba como a los perros.

El odio creció en el muchacho, nunca pudo deshacerse de la ira en contra de su padre, al contrario, la fue alimentando cada día. Tiempo después el hijo supo que su abuelo era judío, pensó -equivocadamente- que la sangre judía era la causa del comportamiento de su progenitor.

¿Quién era ese niño? Su nombre fue Adolfo Hitler.
Wolfgang Borchert (1921–1947), fue un actor y escritor alemán, sus escritos son antibélicos, tuvo que servir como militar y ser testigo de los horrores de la guerra. En su manifiesto antibelicista escribió:
Érase una vez dos personas.
Cuando tenían dos años, se pegaban con las manos.
Cuando tenían doce, se pegaban con palos y se tiraban piedras.
Cuando tenían veintidós, se disparaban con fusiles.
Cuando tenían cuarenta y dos, se lanzaban bombas.
Cuando tenían sesenta y dos, utilizaban bacterias.
Cuando tenían ochenta y dos, se murieron. Fueron enterrados uno al lado del otro.
Cuando, cientos de años después, una lombriz se abrió camino comiendo entre sus tumbas, no se dio cuenta de que allí estaban enterradas dos personas distintas. Era la misma tierra. Todo era la misma tierra.
La violencia que arrasa a nuestra sociedad está relacionada con el maltrato infantil, en la niñez se siembra la semilla de la violencia, los frutos amargos no tardarán en brotar. La aportación más importante de A. Miller va en esta línea.
Siguiendo al escritor Borchert, si a las acciones violentas que se dan a una corta edad no se les pone un alto, los problemas crecerán, la familia y la sociedad sufrirán graves consecuencias.
Para un violento “la vida no vale nada”, ni la propia ni la ajena, solo pensemos en tres conflictos actuales: El del crimen organizado en nuestro País, Rusia – Ucrania e Israel – Hamás, imposible contabilizar con exactitud el número de personas que han perdido la vida.
Algunos, muy pocos, son los que ordenan ir a matar, son muchos los que matan y a la vez se ponen en alto riesgo de morir y muchísimos más son los que mueren, nos olvidamos de que somos de la misma especie.
Andamos tan mal que ahora se legisla a favor de la violencia y la muerte, se le llama interrupción voluntaria del embarazo y se presenta como un derecho, para que no se escuche tan feo y no provoque voces incómodas en el interior de las personas. Piense en las semejanzas entre lo que hace el crimen organizado y en la práctica de un aborto: Se descuartiza a un ser con vida humana, son muy lucrativos ambos negocios, se designa a alguien para que mate, se queman cuerpos, hay víctimas inocentes, se utilizan instrumentos para matar, se impone el más fuerte, se asesina al que está en desventaja, se presiona para borrar del mapa a los que son un problema, hay autores materiales e intelectuales, etc.
Si se posee la bestialidad para matar de manera cruel al que vemos, escuchamos y se puede defender, esa brutalidad se acentúa con un cigoto, embrión o feto que no se ve a simple vista, un ser microscópico o de escasos centímetros e indefenso, por eso el hombre o mujer que se sienta en la butaca de un congreso puede levantar el dedo para legislar en su contra, al fin que el óvulo fecundado, el embrión o el feto no hablan, algunos legisladores no tienen conciencia que también pasaron por la etapa embrionaria.
¿Habremos olvidado lo valioso de la vida humana?
Debemos formar a niños, adolescentes y jóvenes amantes de la paz, creo que no podemos negar la necesidad que tenemos de vivir en una sociedad pacífica, tendríamos una ceguera gravísima si no alcanzáramos a ver que en muchas ciudades y pueblos se vive bajo la dictadura violenta de las organizaciones criminales y que muchas vidas humanas son víctimas desde que están en el seno materno, el que está en el vientre también tiene el derecho a estar protegido y en paz.
La vida es el primer bien natural del ser humano, base y condición de todos los demás, es riqueza de la persona, es capital social, puesto que interesa a las diversas colectividades de las que se forma parte.
Maltrato infantil, violencia (incluyendo en el periodo gestacional) y asesinatos van de la mano.
Buen trato, educar en la paz, amar y respetar la vida propia y ajena, son necesidades urgentes.
Mi deseo para el lector y su familia es que tengan una vida mejor de la que puedan imaginar.

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