El sábado anterior fue asesinado en una taquería de Morelia, Michoacán, el alcalde en funciones del municipio de Churumuco, Guillermo Torres Rojas, sin que hasta el momento se conozca el móvil del crimen y mucho menos se haya detenido a los perpetradores.
Ayer, luego de presentar su plan de seguridad para el municipio de Celaya, por cuya presidencia municipal competía, fue asesinada la candidata de Morena, Bertha Gisela Gaytán; no hay detenidos, por supuesto, a pesar de que el atentado ocurrió mientras caminaba por las calles del municipio rodeada de un grupo de simpatizantes.
Los asesinatos de aspirantes a cargos públicos se han vuelto cotidianos; tanto, que ya los normalizamos mientras las autoridades hacen como que hacen, sin hacer nada.
O al menos nada que ofrezca resultados inmediatos; todo se resuelve siempre revictimizando a la víctima, ¿pues en qué andaría para que la/lo mataran así?
El crimen organizado, se quiera o no, se niegue a pesar de lo evidente, está marcando la forma de hacer campañas en buena parte del territorio nacional.
Los candidatos de casi todos los partidos, excepto los que ya se apalabraron con los delincuentes, han iniciado sus campañas con un perfil bajo.
Tan bajo, que, salvo las bardas pintadas, los espectaculares y las fotos pegadas en los postes y mobiliario urbano, pareciera que no hay campañas.
Los mítines están lejos de ser lo que eran hace unos años; los candidatos a puestos de elección, salvo los que disputan 9 gubernaturas y la Presidencia de la República, han optado por auditorios pequeños en donde se puede ejercer una vigilancia más estricta y en donde se pueda controlar el acceso.
Eso de andar en las calles, casa por casa, solo se ve en estados con los menores índices de violencia en el país; en el norte, en Veracruz, Guerrero, Tamaulipas, Michoacán, Tabasco y Chiapas, entre otros, el proselitismo puerta por puerta se puede considerar actividad de alto riesgo.
Según el INE, 73 candidatos han solicitado la protección de las autoridades federales durante sus campañas; parecen pocos, pero también es cierto que, tratándose de una elección en la que se disputan más de 20,000 cargos públicos, brindar protección a cada uno sería imposible.
Se blinda a los importantes, candidatos a gobernador/a, a senadores y quizá a algunos aspirantes a diputados federales y a presidencias municipales relevantes.
Los hechos están a la vista de todos; esta es ya la elección que más muertos ha dejado en la historia y apenas llevamos un mes de los tres de los que consta el proceso.
Y aún con todo esto, desde el gobierno dicen que el país está en paz y que el 2 de junio la gente saldrá a votar segura.
Están viendo y no ven.
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A quien se le hizo bolas el engrudo electoral en Nuevo León, es a Viridiana Lorelei, delegada de Morena en las tierras regias.
Con errores elementales, como el olvido de recolectar la papelería que la ley electoral exige para su registro ante la autoridad electoral, provocó el retraso del inicio de las campañas de los candidatos a presidentes municipales.
Estas omisiones preocupan al equipo cercano de la candidata presidencial morenista, ya que han detectado que los números en ese estado son tan bajos que apenas les da para el 5% de la estructura electoral
Y eso que el gobernador Samuel García es su mayor aliado en la entidad (cuando no trae una cerveza en la mano).
@adriantrejo