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La forma en que abordamos el trabajo ha experimentado cambios notables en los últimos años. La tendencia global apunta a una jornada laboral de 32 horas, desafiando el estándar tradicional de 40 horas semanales. Por lo que mientras el sector privado y público exploran la posibilidad de concretar esta visión, destaca un contraste al observar tanto el panorama nacional como el internacional.

En España, por ejemplo, se han alcanzado cifras históricas en cuanto al empleo, con un total de 21.27 millones de personas ocupadas. Sin embargo, a pesar de este incremento, las horas totales trabajadas no han logrado récords, experimentando, de hecho, una disminución del 3.8%.

No obstante, este fenómeno no es exclusivo de España. En el fondo, esta situación responde a la crisis por la pandemia que, a tres de años de su comienzo, sigue mostrando un cambio estructural, que sugiere la posibilidad de una nueva normalidad en nuestra percepción y experiencia del trabajo, según afirma un estudio del FMI.

En ese sentido, al ampliar nuestra mirada hacia Europa, observamos que las contracciones en las horas de trabajo son más pronunciadas en los países más ricos. Esto indica que la productividad y el valor añadido en la actividad económica influyen en la oferta laboral del trabajador en el margen intensivo. Por ejemplo, Serbia, con 42.2 horas semanales en promedio, contrasta con Países Bajos, donde se trabaja 31.1 horas semanalmente.

En ese contexto, el informe del FMI anticipa que, a mediano plazo, se espera una reducción modesta, mientras que a largo plazo, la inteligencia artificial y las medidas para combatir el cambio climático desempeñarán un papel crucial.

Mientras tanto, en México, la posibilidad de reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas, refleja un escenario diferente; pues a pesar de que la iniciativa busca alinearse con la tendencia mundial, enfrenta obstáculos por situarse en una coyuntura distinta.

Según la OCDE, 27% de los empleados en México trabaja largas horas en un empleo remunerado, el nivel más alto en la Organización, donde el promedio es del 10%. Además, los trabajadores de tiempo completo en México destinan en promedio menos tiempo de su día al cuidado personal y al ocio en comparación con el promedio de 15 horas entre los países miembros.

Las largas jornadas laborales en México tienen profundas raíces en la historia económica de nuestro país, que si bien han buscado dar cauce mediante diversas estrategias, el contexto actual parece merecer mayores espacios de análisis y evaluación, que se adecuen a las necesidades del panorama mexicano actual.

Por lo que a medida que Europa lidera este cambio, países como México enfrentan la posibilidad de adaptarse a una nueva era laboral. En este contexto, si bien se han abierto canales de discusión para abordar la viabilidad de reducir la jornada de trabajo, las señales sugieren una transición sostenible, pero esencialmente gradual, que permita evaluar tanto los efectos positivos como adversos para todos los sectores.

 

Consultor y profesor universitario

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