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La situación en el INE ya no depende de una negociación entre los consejeros electorales sino de la mediación de un psiquiatra.

 

Y es que no se entiende, por más que le dé uno vueltas al asunto, cómo es que la presidenta del Instituto, Guadalupe Taddei, vota en contra de los dos candidatos a ocupar la Secretaría Ejecutiva… ¡que ella misma propuso!

 

Taddei (Tardei, para los cuates), propuso para ocupar el puesto de mayor relevancia en el organismo (claro, después del suyo), a María Elena Cornejo y Miguel Ángel Patiño.

 

Siete de los 11 consejeros votaron por Cornejo pero Taddei le negó el respaldo; se quedó a uno de ser electa por el voto en contra de quien la propuso.

 

Y de Miguel Ángel Patiño, Taddei ni siquiera dejó que se sujetara a votación.

 

Sólo un psiquiatra podría explicar tal conducta: rechazar a tus propuestas.

 

Taddei estaba segura de que ninguna de las dos propuestas contaría con el respaldo de consejeros pero, para su sorpresa, siete de ellos sí respaldaron a Cornejo por lo que tuvo que votar en contra.

 

Lo peor del caso, y juzgue usted si el caso no es para un psicoanálisis, es que Taddei anunció que el jueves próximo volverá a proponer ¡a los mismos personajes! para ocupar la Secretaría Ejecutiva.

 

¿Qué gana Taddei con esa maniobra?

 

Tiempo, porque en una de esas, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en manos ahora de una paramorenista, declara ilegal o lo que sea el acuerdo extraordinario con el que los consejeros electorales la presionaron para apurar los nombramientos pendientes.

 

Este no es el INE ciudadanizado que se defendió en las calles; es la caricatura de un organismo que le costó a la ciudadanía y los entonces partidos opositores años de lucha, para terminar siendo lo que es hoy.

 

Parodiando a Sabina, ¿quién nos robó el INE?

 

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Como que en el equipo cercano a la candidata presidencial morenista, Claudia Sheinbaum, no gustó nada que expriistas de pasado cuestionable se hayan subido al camión de la campaña con el pretexto de una “Alianza Progresista’’.

 

Nomás vean algunos nombres: Eruviel Ávila, quizá el peor senador que ha tenido el PRI en su historia, o Nuvia Mayorga, la mano derecha de Miguel Osorio Chong en la gubernatura de Hidalgo y después en la Secretaría de Gobernación.

 

Ni que decir de Adrián Rubalcava, quien se cree dueño de Cuajimalpa; cómo estará el asunto que, hasta la alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, que se supone (supone ¿eh?) que era su pareja sentimental le aclaró que van por caminos políticos distintos y le deseó “buena suerte’’.

 

A ver.

 

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Las familias de los jóvenes asesinados en Salvatierra todavía esperan que haya una disculpa pública del inquilino de Palacio Nacional por haber declarado que la masacre tenía que ver con “consumo de drogas’’.

El 31 de enero del 2010, un grupo de sicarios asesinó a 15 jóvenes que convivían en una casa en Villas de Salvárcar, en Ciudad Juárez, Chihuahua.

 

El entonces presidente, Felipe Calderón, declaró que el hecho había sido por un “ajuste de cuentas’’ entre grupos de narcos, lo que motivó una campaña de los padres de los muertos que obligó al jefe del Ejecutivo a disculparse públicamente.

 

Once días después de los hechos, Calderón visitó el lugar de la masacre para ofrecer sus condolencias personalmente y comprometerse a detener a los responsables, cosa que ocurrió entre 2010 y 2011.

 

¿Haría lo mismo López Obrador?

 

     @adriantrejo

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