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La cena en Palacio Nacional fue el desperdicio de una excelente oportunidad para involucrar al empresariado en una estrategia para la reactivación de la economía regional. Pero después de lo sucedido, los convocados rehuirán cualquier nuevo exhorto a trabajar coordinadamente al lado del Gobierno. Algo se rompió con este evento.

Convocar a empresarios para obligarles a comprar boletos para la rifa de macro lotes en Playa Espíritu, es tan solo un indicador de la pérdida de horizontes por parte del Gobierno. Hay asuntos mucho más importantes en las que el sector privado puede participar para hacer frente a la difícil situación económica y social que prevalece, tanto en Sinaloa como en el resto del país.

Sinaloa tiene problemas apremiantes. La economía no crece, no hay suficientes empleos, la inversión pública y privada no están dinamizando la actividad productiva regional, y los indicadores de bienestar social se deterioran continuamente. En circunstancias tan difíciles como la actual, la coordinación entre Gobierno y empresarios resulta fundamental. Pero ello no se está valorando de esta forma.

¿Por qué no convocarles para hacer un esfuerzo para reactivar la economía? ¿Por qué no establecer compromisos concretos para crear empleos? ¿Por qué no invitarlos a mejorar la educación y la salud? No. La única gran idea fue invitarlos a cenar tamales y comprometerlos a comprar boletos para la rifa del 15 de septiembre.

Los tiempos exigen del Gobierno mayor responsabilidad, iniciativa y creatividad. Los gobernantes tienen que utilizar toda su capacidad política para impulsar la transformación que la sociedad exige. Pero cuando un Gobierno fuerte no se traduce en iniciativa ni en creatividad, entonces se toman decisiones que erosionan la cohesión social e inhiben la participación empresarial.

Y eso sucede cuando es indispensable recuperar la capacidad de la política para lograr acuerdos que permitan fortalecer la acción de Gobierno. El deterioro económico y la desigualdad social que prevalecen, exigen que haya resultados más eficaces y en corto plazo. Ya es tiempo de que la pretendida transformación rinda los frutos esperados.

Falta una agenda legislativa que sea útil para reactivar la economía regional y que realmente promueva la actividad productiva. Hay que definir nuevos proyectos estratégicos multiplicadores de la inversión pública y privada. Se necesita dar mayor impulso y dinamismo al mercado interno, a la creación de empleos con mejores salarios.

En Sinaloa urge una verdadera alianza entre Gobierno y empresarios. Una alianza que haga viable la transformación. Las malas decisiones, o las acciones sin impacto, hacen que los buenos resultados se alejen cada día más. Recordemos que la política no es solo para ganar elecciones. Hay que saber utilizarla para lograr consensos, acuerdos y para unificar a la sociedad en un proyecto de futuro.

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