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RICARDO SEVILLA

Ayer, Enrique Graue dejó de ser el rector de la UNAM. Y muchos, a primera vista, podrán lanzar campanas al vuelo y dirán: qué bueno que ya se fue. Y probablemente agregarán: eso ya es un cambio.

Lamentablemente, sólo es un cambio de apariencia, pero no de fondo. Y es que, infelizmente, el oftalmólogo pasó la estafeta a Leonardo Lomelí Vanegas, hombre de todas sus confianzas.

Es decir: en la “máxima casa de estudios” no llegará el cambio tan anhelado.

La estructura de la burocracia dorada se mantendrá incólume. Y ayer, en la toma de protesta, se vio claramente. Leonardo Lomelí Vanegas, quien asumió la rectoría en un evento a puerta cerrada, en la Antigua Escuela de Medicina, dejó claro que, por más críticas que les hagan, los “muchachos” de Graue seguirán al frente de la UNAM.

Y no sorprende, porque Lomelí ya había advertido que iba a encabezar “un cambio sin estridencias”, pero eso, en simple castellano, significa que todo seguirá igual.

El evento estuvo cerrado para los críticos de la mafia universitaria. Sin embargo, las puertas estuvieron abiertas para los “invitados especiales” como Joaquín López, uno de los aduladores y chayoteros consentidos del antiguo régimen.

Al interior de la Antigua Escuela de Medicina, la cúpula dorada dio rienda suelta a los festejos. Pero afuera, los profesores se dieron cita para protestar.

En medio de señalamientos de acoso laboral, paros en escuelas y facultades, así como escándalos por corrupción, Graue se irá tranquilamente a gozar del retiro.

No importa que se haya hecho pasar por doctor e incluso firmara cientos de títulos usurpando ese grado académico.

Con un megáfono, los profesores propusieron que se hagan consultas para elegir a las personas que podrían dirigir escuelas, facultades e incluso a quien ocupe la rectoría. Y los asiste la razón.

Dio vergüenza ver a la élite universitaria haciendo caso omiso a los (muchos) reclamos de los profesores pertenecientes al movimiento #laUNAMnopaga, quienes fueron acosados y maltratados durante las dos gestiones del exrector Graue.

El escenario parece lúgubre en la UNAM. Y la burocracia dorada seguirá, muy tranquila, ganando más que el presidente de este país.

 

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