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Pues resulta que ya está en todas las tiendas de libros (físicas y virtuales) La Duda Sistemática (Grijalbo, 2024), la autobiografía del todavía priista Francisco Labastida Ochoa, un volumen que, a juzgar por su contenido, los lectores podrán encontrarlo en los pasillos destinados a los géneros de la ciencia ficción o la novela fantástica, en razón de que el sinaloense, como acostumbran a hacerlo muchos políticos, muy convenientemente recurrió a lo que muchos llamamos “la memoria selectiva”, pues a lo largo de sus 288 páginas sólo hay pasajes a modo en los que el autor se autodescribe como una especie de héroe o paladín.

Nada más alejado de la realidad.

Cierto, Francisco Buenaventura Labastida Ochoa posee una gorda hoja de vuelo dentro de la administración pública. Nieto de un gobernador de Jalisco, ingresó a las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1964, a los 22 años, desde entonces se catapultó para trabajar en dos gabinetes presidenciales (Miguel de la Madrid y Ernesto Zedillo), para ser gobernador de Sinaloa (1987-1992) y para ser uno de los peores candidatos a la Presidencia de la República en los anales políticos de México.

De hecho, se puede decir que la caída estrepitosa del otrora partido hegemónico inició con este personaje al ser derrotado en la elección presidencial de 2000 por el guanajuatense Vicente Fox Quesada, el abanderado de la coalición conformada por los partidos Acción Nacional (PAN) y Verde Ecologista de México (PVEM).

Así es. Francisco Labastida pasó a la historia por ser el primer candidato priista en perder una elección presidencial.

A muchos de nosotros nos hubiera encantado encontrar en La Duda Sistemática  un poco de autocrítica, pero a don Pancho se le escapó ese pequeño detalle. Como Secretario de Gobernación fue tibio, tibio, tibio y durante su gestión como gobernador de Sinaloa, cosa que también olvidó recordar en su autobiografía, fue cuando el narcotráfico comenzó a expandir y a consolidar su poder. En ninguna de las páginas de este libro se leen por ningún lado los nombres de Rafael Caro Quintero y los hermanos Arellano Félix. Peccata minuta.

A principios de este año, Labastida Ochoa dio una entrevista en la que declaró que al PRI le urgía transitar del autoengaño a la autocrítica. Igualmente, en agosto pasado, tras darse a conocer la reelección del campechano Alejandro Moreno al frente del Comité Ejecutivo Nacional priista, anunció su renuncia al tricolor (cosa que oficialmente no ha hecho) porque, según él, este partido se deterioró, dejó de cumplir con sus principios y con sus ideales, convirtiéndose en un enemigo de la democracia que ya no atiende las necesidades sociales.

Palabras que ahora cobran una importancia mayor, pues justo en La Duda Sistemática, don Francisco tuvo una oportunidad de oro para transitar del autoengaño a la autocrítica.

…Pero, al igual como ocurrió con su candidatura presidencial, la desperdició.

 

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