Un impacto a la juventud y su poder para generar el cambio.
Han pasado 15 años desde que Suzanne Collins, una autora de libros infantiles, publicó su novela Los Juegos del Hambre, una que sacudiría al mundo de inmediato. La trilogía de ciencia ficción juvenil fue una sensación, vendiendo alrededor de 100 millones de copias hasta el momento. Los tres libros cobraron vida con 4 cintas, que obtuvieron cerca de 3 billones de dólares en ganancias.
No es de extrañarse, entonces, que en 2020 Suzanne escribiera una precuela sobre este vasto y aclamado universo. Los eventos de esta historia ocurren 64 años antes de la distopía donde una joven Katniss Everdeen se ofrecería como tributo del Distrito 12 y cambiaría Los Juegos del Hambre, una competencia donde dos personas de cada uno de los 12 distritos pelearían hasta la muerte, para siempre.
La adaptación cinematográfica de Balada de pájaros cantores y serpientes, la precuela en cuestión, se estrenó ayer en cines. ¿Qué tal le irá? ¿Y por qué esta obra es tan aclamada?
En primera porque nos presentó uno de los iconos de nuestra generación. Con 22 años de edad, la actriz Jennifer Lawrence dio vida al personaje de Katniss con una simpatía, carisma y corazón sin igual, demostrando su talento y lanzándose a un estrellato inmediato, que se consolidó en 2013 con su victoria como Mejor Actriz en los premios Oscar, por su papel protagónico en Silver Linings Playbook.
Sin embargo, más allá de su protagonista, la obra en sí es un símbolo de rebelión y esperanza dirigida a las generaciones jóvenes, algo clave por nuestra necesidad de cambio y de identidad. De acuerdo al artículo de Polygon, el mensaje principal detrás de esta saga es cómo la clase opresora “usa el entretenimiento y la propaganda para mantener el status quo”. Por desgracia, esto podemos verlo con cada fenómeno mediático. E incluso se puede juzgar a los lanzamientos masivos de la cultura pop—por ejemplo, esta cinta—como distractores de lo realmente importante.
Bien decía Marshall McLuhan que “el medio es el mensaje”. No se trata de qué decimos, sino cómo lo decimos. Si le damos a la audiencia una azucarada o teatral versión de la realidad, esa será su creencia.
Sin embargo, hay aliento detrás de este mensaje lúgubre: cómo la juventud puede generar el cambio. En un ensayo sobre la saga, el diario Student Newspaper dice que narrativas como esta unen a lxs jóvenes de la generación z: “nuestra generación puede no estar de acuerdo en todo, pero sí podemos estar mayoritariamente a favor de una cosa: sospechamos de la autoridad”.
Los juegos del hambre nos enseña a luchar por el cambio, desafiando esquemas previos, y demostrando cómo creer en nuestras propias revoluciones. En tiempos como estos no hay mensaje más poderoso. Ojalá la precuela conserve este mensaje.
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