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Guardia Nacional, a funciones de policía Rodolfo González Valderrama, comunicador nato y hombre institucional

A pesar de una convivencia vecinal de más de 200 años, Estados Unidos sigue sin entender la lógica política de México. Por lo pronto, las últimas señales que vienen de Washington revelan que el presidente Biden prefirió darle la vuelta a la hoja y toda la comunidad de los servicios de inteligencia, seguridad nacional y política exterior están preparando estrategia para acotar al nuevo Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.

El último reporte de una de las oficinas de asesoría bipartidista del Capitolio acaba de circular su reporte y ahí dejan entrever que ninguna de las estrategias de EU para dominar a México durante el Gobierno de López Obrador dio resultado y aconsejan que el Congreso estadounidense se prepare para usar todos los instrumentos de poder en su objetivo de regresar al viejo modelo en el que México era un peón de Washington.

La estrategia de política exterior de López Obrador hacia Estados Unidos no fue de ruptura, sino que se centró en el objetivo de crear un espacio que se podría considerar como de autonomía relativa, es decir, pasar por el filtro de los intereses mexicanos todos aquellos objetivos que ya conocemos como intereses nacionales de la Casa Blanca,

El modelo lo definió antes de la llegada de López Obrador a Palacio Nacional, el académico especializado en relación bilaterales, Lorenzo Meyer, con su argumentación histórica y política de los espacios de México para definir un “nacionalismo defensivo”, sin guerras ni invasiones y solo cambiando la colocación de los intereses mexicanos por encima de los intereses estadounidenses.

López Obrador no vaciló en desdeñar al poder estadounidense, pero en el Capitolio están considerando que la presidenta Sheinbaum Pardo estaría más en la lógica de un entendimiento que regresara a las relaciones al viejo modelo de subordinación. Sin embargo, la Casa Blanca actual y la que viene podría llevarse una sorpresa.

 

Zona Zero

Todo parece indicar que el modelo de “abrazos, no balazos” en relación con el crimen organizado llegaría a su fin con la terminación del sexenio de López Obrador, pero los primeros indicios señalan que no habrá un regreso a la brutal equivocación del Gobierno de Calderón de declarar la guerra a las bandas delictivas. Por cierto, algunos expertos en seguridad señalan que la inestabilidad en Sinaloa fue grave, pero menor a la guerra de violencia que se esperaba. La presencia de la Guardia y la Sedena evitó mayores daños.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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@carlosramirezh

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