Jesse Owens, considerado como el mejor atleta de su época, nació un día como el de hoy pero de 1913 en Oakville, Alabama, Estados Unidos.
Marcado por el racismo y la crísis económica que vivía Estados Unidos, Jesse no dejó sus sueños atrás y decidió prepararse para ser un corredor olímpico, empeño que lo llevó hasta las Olimpiadas de Berlín en 1936.
Durante el apogeo de la Alemania Nazi, Owens se convirtió rápidamente en una leyenda del deporte, realizando hazañas tales como ganar cuatro medallas de oro en salto de longitud y carrera de relevos en las olimpiadas de 1936, superando todo prejuicio que se tenía sobre las personas de color.
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En su momento fue considerado como “el mejor” y “más reconocido atleta de la historia” y a pesar de todos sus logros e incluso superar un récord mundial, su país no lo trato de manera diferente, al contrario, siguió lidiando con los temas raciales.
A pesar de ser un atleta descomunal, Owens cayó en la adicción al tabaco, mismo que le ocasionaría cáncer de pulmón fase IV acompañado de varias secuelas que lo llevaron al hospital repetidas ocasiones. Fumar por 35 años seguidos le pasaría factura, por lo que falleció a la edad de 66 años a causa del cáncer.
Owens murió en la ciudad de Tucson, Arizona rodeado de su familia el 31 de marzo de 1980, dejando un legado en el deporte y el dormitorio en donde se alojó en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, fue convertido en un museo de fotografías de sus logros.
