Fiel a su estilo, el presidente Andrés López Obrador cerró su ciclo como titular del Ejecutivo de la misma forma como lo inició: con mucho, muchísimo ruido… y muy pocas nueces.
Domingo de informe de gobierno. El sexto y el último del tabasqueño. Con una plancha del Zócalo a reventar. Atiborrada de acarreados y de aplaudidores dispuestos a celebrar y vitorear desaforadamente todo cuanto saliera de la voz y la garganta presidenciales sin importar que fuera cierto o no.
El México de Obrador y de sus simpatizantes es muy distinto al México de los demás. De hecho, el discurso dominical tuvo como destinatarios precisamente a aquellos que durante estos últimos 2 mil 103 días le han creído todas y cada una de sus aseveraciones al Presidente, aunque muy pocas sean ciertas en realidad. Y ese es, al final del día, el cimiento principal del primer piso de lo que muchos llaman la “Cuarta Transformación”: Las mentiras, las verdades a medias, los otros datos, las cifras maquilladas, la simulación y el relumbrón.
Si el Presidente dice que nuestro sistema de salud ya es el mejor del planeta (olvídense de la tercermundista Dinamarca) es porque tiene la boca colmada de razón. ¡Cómo carambas no! ¡Lo logramos! El sistema de salud pública de México ya es el número uno de la galaxia y si te atreves a decir lo contrario entonces es que eres un maldito conservador golpista. Nuestros hospitales, clínicas, consultorios y personal médico son la crème de la crème y si se trata de vacunas, medicamentos, tratamientos, cirugías… ¡olvídense!, hemos alcanzado un nivel de eficiencia y cobertura que los dueños del Ángeles, Médica Sur, el Español y demás nosocomios privados mejor ya están pensando cambiar de rubro, pues ya no tienen nada que hacer frente al poderosísimo sistema de salud del Bienestar. ¿Y sobre el desabasto de medicamentos que durante varios años fue el talón de Aquiles de esta administración?, ni quien se acuerde de esos días, pues la Megafarmacia del Bienestar opera a la velocidad de la luz surtiendo, ¡seis recetas al día! ¡Misión cumplida!
Hoy por hoy, el pueblo bueno y sabio está feliz, feliz, feliz…
En materia de homicidios dolosos, el Presidente Obrador no podría sentirse más orgulloso: Del 1° de diciembre de 2018 al 31 de agosto de 2024 nada más murieron de manera violenta 196 mil 287 mexicanos, por lo que este sexenio pasará a la historia como el más sangriento del que se tenga memoria. Además, a los familiares de los 43 de Ayotzinapa les deja un sonoro tengan, para que aprendan, pues les canjeó la “verdad histórica” de Murillo Karam por la “verdad histórica de Encinas”. Aunque si quieren echar bronca, pues que le reclamen a los priistas, ese esqueleto en el clóset se lo heredó Peña Nieto. Pero eso no tiene porqué preocuparnos, ya que nuestro primer mandatario está cerrando su gestión con un 70% de aprobación, lo que le permitirá irse muy tranquilo y satisfecho a disfrutar de su jubilación en su apacible rancho de Palenque, Chiapas.
Y así transcurrieron los últimos seis años, entre engaños y falsedades.
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