La crisis por el resultado electoral en Venezuela será un factor determinante para conocer cuál será la política exterior del próximo gobierno que encabezará Claudia Sheinbaum.
Está claro que hoy por hoy, Sheinbaum no tiene voz ni voto en el tema, como tampoco lo tiene el futuro canciller Juan Ramón de la Fuente, pues el que sigue aplicando a conveniencia el texto constitucional de “no intervención’’, sigue siendo López Obrador.
Este principio, que ha servido de trapeador en este sexenio, pues se aplica sin cortapisas a los amigos del gobierno (ninguna condena a la dictadura de Daniel Ortega, ninguna condena a las violaciones de derechos humanos en Ecuador, en Bolivia o Colombia y ni qué decir de Cuba), pero no se respeta cuando se trata de gobiernos con ideologías distintas.
Ayer, la representante de México ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Luz Elena Baños Rivas, se ausentó de una sesión en la que se votaba una resolución mediante la cual se exigía a Nicolás Maduro presentar las actas electorales con las que justificaba su “triunfo’’.
Para que progresara, la resolución necesitaba una votación unánime, pero la ausencia de México (que se consideró abstención) y las abstenciones de Colombia y Brasil, literalmente la tiraron.
¿Sostendrá Sheinbaum esa política que implica voltear la vista hacia otro lado para no incomodar a los amigos?
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En otro capítulo de la novela “Yo no fui, fue Te té’’, sobre la captura de Ismael El Mayo’ Zambada y Joaquín Guzmán López, uno de los Chapitos’, el gobernador de Sonora y exsecretario de Seguridad Federal, Alfonso Durazo, ofreció una conferencia de prensa para desmentir que la aeronave que llevó a los dos conocidos narcotraficantes “no salió de Hermosillo’’.
El asunto podría ser sólo anecdótico, pero resulta que en su conferencia Mañanera el Presidente dio los nombres y apellidos de tres servidores públicos que trabajan en el aeropuerto de Hermosillo y los responsabilizó de haber facilitado el despegue de la aeronave.
Pasados los días, nadie sabe, nadie supo, de dónde realmente partió el avión y cómo es que el capo más importante del mundo, después del colombiano Pablo Escobar, pudo “ser secuestrado’’ por otro narco con mucho menos experiencia y recursos.
Haiga sido como haiga sido, ahora mismo existen más dudas que certezas mientras que el gobierno mexicano adoptó la cómoda posición de esperar a que Estados Unidos le brinde la información de la captura.
Claro, será la que le convenga al vecino del norte y no precisamente tiene que ser la verdad.
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Luego del cierre de 191 tiendas y 7 gasolinerías OXXO, en Nuevo Laredo, Tamaulipas, debido al cobro de piso, en Quintana Roo se aplicaron y ayer los representantes de la cadena comercial y de la Secretaría de Seguridad Ciudadana firmaron un acuerdo para tratar de combatir el delito.
Dicho acuerdo contempla la instalación de botones de emergencia integrados a una red de la propia SSC estatal, que estarán instalados en las torres centinela y mediante los cuales se dará aviso a la corporación a través del C5.
El gobierno estatal no propuso a la compañía, como sí lo hizo el gobierno de Américo Villarreal, que contratara a sus propios policías, lo cual es un despropósito monumental y una forma de evadir la responsabilidad en la prestación del servicio de seguridad pública.
Los botones de pánico no parecen ser la mejor solución, desde luego, pero son un recurso que podría mitigar la extorsión que padecen cientos de miles de comercios de todos los tamaños en el país.
@adriantrejo
