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Con la mira de seguir en la carrera hacia la luna, la Agencia Espacial Europea (ESA) financiera con 150 millones de euros (160 millones de dólares), a industriales seleccionados de la región para desarrollar nuevos cohetes. Al término de duras negociaciones en Sevilla, los 22 Estados miembros alcanzaron un acuerdo que “marca un hito decisivo en la historia espacial europea”, según el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire. El acuerdo establece el principio de un nuevo modelo basado en el adoptado por la NASA en Estados Unidos desde hace varios años. Para los futuros programas de cohetes, la ESA pondrá a los fabricantes a competir entre ellos. Los europeos aprendieron la lección tras Ariane 6. “Hasta Ariane 5, el lanzador era diseñado y desarrollado por una agencia, y los industriales eran simples subcontratistas”, explica una fuente. “Se puede simplemente comprar servicios de lanzamiento a los industriales responsables del desarrollo. El problema con Ariane 6 fue que se creo un modelo con lo peor de ambos mundos”, añade. Como resultado, entre retrasos y sobrecostes, los Estados miembros de la ESA se vieron obligados en Sevilla a subvencionar la explotación del cohete con hasta 340 millones de euros (363 millones de dólares) al año para garantizar su competitividad frente al gigante SpaceX. Pero SpaceX también está “subvencionado en gran medida por el gobierno estadounidense”, que paga mucho más por los vuelos que compra que lo que cobra a los clientes comerciales, según Philippe Baptiste, Presidente de Cnes, la agencia espacial francesa. El origen de las rigideces europeas vienen de la llamada regla del justo retorno geográfico. Ésta estipula que la inversión de cada país debe traducirse en beneficios equivalentes para sus empresas. “La regla del justo retorno es criticada porque impide a los fabricantes
elaborar proyectos más eficaces”, explica Pierre Lionnet, director de investigación de Eurospace, que representa a la industria europea. Al favorecer la aparición de un ecosistema en todo el continente, “este mecanismo ha permitido a Europa crear una de las industrias más competitivas y diversificadas del mundo”, argumentó el director general de la ESA, Joseph Aschbacher. “Dicho esto, tenemos una nueva situación con la comercialización (del espacio), por lo que la ESA está discutiendo con los Estados miembros de una evolución del retorno geográfico”, reconoció. Pierre Lionnet cree que la idea es pasar a un sistema de “contribución equitativa”, que ya está en vigor para algunos programas específicos de la ESA. La inversión se decidiría a en función de qué país presente un proyecto espacial en la región.

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