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“¡Queremos agua, nos estamos muriendo de sed! No tenemos agua para tomar ni para bañarnos, estamos sobreviviendo por nuestra cuenta”, narra la señora Magdalena, habitante de la colonia Luis Donaldo Colosio, en Acapulco.

La zona, alejada del circuito turístico, se encontraba este fin de semana llena de lodo y escombros dejados a su paso por Otis, el huracán categoría 5 que golpeó al puerto la madrugada del miércoles pasado.

Ante la escasez de todo, la especulación se apoderó de algunos negocios, en particular las tortillas, pues mientras el precio normal del kilo es de 30 pesos, en varias tortillerías de la zona se vende hasta en 60, nada extraño en una ciudad que, entre los saqueos y la destrucción, da la impresión de que el dinero ya no vale nada. 

Y aunque todos los días llegan despensas en aviones y camiones desde varios puntos del país, parece que nada alcanza, pues la devastación no es solo en un sector de la ciudad o en lugares aislados, Acapulco entero está destrozado.

Mientras, en la colonia Costa Azul, a unos 300 metros de la Costera Miguel Alemán, vecinos hacen largas filas con sus garrafones en mano, esperando ser atendidos en una de las cinco plantas purificadoras móviles instaladas por la Secretaría de Marina. 

En la misma colonia, este fin de semana, ante la falta de luz eléctrica, la población hacía largas filas en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, uno de los principales puntos de encuentro de la comunidad.

Ahí, las personas esperaban su turno para cargar el celular, mediante una planta generadora de energía colocada por la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Para agilizar el servicio, cada celular era cargado solo hasta el 50% de capacidad.

Ayer, Petróleos Mexicanos (Pemex) informó que en el puerto ya eran 12 las gasolineras funcionando para el público en general, con la promesa de que, conforme se regularice el servicio de electricidad, otras entrarán en operación… 12 gasolineras para una ciudad de alrededor de 800 mil habitantes

El Ejército, siempre presente en zonas de desastre a lo largo y ancho del país, ya había resguardado ayer 78 estaciones de gasolina, la central de abastos y 10 centros comerciales, con miras a, en algún momento, reactivar la cadena de suministros.

La gente, por supuesto, reclama al Gobierno por la falta de todo, de comida, de agua, de electricidad, de gasolina, de gas, de señal de Internet, de celular…

“Con otros presidentes, a los dos o tres días aquí estaban. Con Peña Nieto, cuando fue lo de (los huracanes) Ingrid y Manuel a los dos o tres días aquí ya estaba. Sin embargo, Andrés Manuel López Obrador ya se tardó”, dice Enrique a este diario, con la voz cortada entre el coraje y la tristeza.

 

Unicef cuantifica daños

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), informó que trabaja en colaboración con las autoridades estatales y federales para brindar asistencia humanitaria y proteger a la niñez y la adolescencia afectada por el paso del huracán Otis en Guerrero.

También señaló que en el estado hay más de 296 mil niñas, niños y adolescentes, en cinco municipios mayormente afectados, que necesitan asistencia humanitaria, además de 177 mil 804 estudiantes de educación básica afectados tras el cierre de escuelas en esas zonas.

Por su parte, la Secretaría del Bienestar del Gobierno Federal había realizado al corte de ayer 20 mil 971 censos, registrando afectaciones en viviendas, cultivos y ganado, así como en pequeños y medianos comercios en zonas rurales y urbanas.

Mientras que el corte oficial de víctimas por parte del Gobierno de Guerrero era de 45 personas fallecidas y otras 47 no localizadas.

 

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