La madrugada de este martes 2 de abril trascendió la noticia del fallecimiento de Maryse Condé a los 87 años en Apt, una comuna francesa ubicada en la región de Provence-Alpes-Côte d’Azur, junto a su esposo y también traductor Richard Philcox. Fue este último quien confirmó la noticia y aclaró que falleció durante la noche en un hospital de la misma localidad francesa.
Maryse fue una escritora nacida en Pointe-à-Pitre, Guadalupe, en febrero de 1937, “en el seño de una burguesía negra embrionaria”, como ella misma declaró en su momento. Creció leyendo literatura francesa y después, escribiéndola, descubriendo y retratando ese ascenso (fortuito y doloroso) familiar desde su abuela, quien fue esclava de gente blanca del campo.
Fue hasta que se trasladó a estudiar París en 1953 en el Lycée Fénelon y tras conocer a Françoise Bruhat y Jean Bruhat, hija y padre, siendo este último un erudito y académico de la Sorbonne, que Condé comprendió el mundo en el que vivía y que tomó sin más los temas que le acompañarían desde entonces: colonialismo, colonización, desposesión, esclavitud, identidad, creolismo, entre otros.
Te puede interesar: Un baño de pueblo en Pascua para la corona real
Aunque para entonces no llevaba el Condé como su apellido ni había pasado por la desolación de un embarazo no deseado que describió a profundidad en su autobiografía, ya se esbozaba el camino que la para entonces escritora seguiría por siempre. Apenas unos años luego contrajo matrimonio con Mamadou Condé, de quien tomó para siempre su apellido, aunque el contrato durara apenas poco tiempo porque, en palabras de ella, no era lo que esperaba, pues era, en resumen, muy normal para sí. En el entretanto, supo de las muertes de su madre y padre, en 1953 y 1959 respectivamente.
Más tarde vivió en África, primero en Costa de Marfil, donde se desempeñó como profesora de francés; luego, en un paso de poco más de tres años entre Guinea y Ghana, escribió su primera e inconclusa novela, que se encuentra en la biblioteca digital Manioc, especializada en literatura caribeña, amazónica y guayana. Ya en Ghana, escribió el primer borrador de Heremakhonon, a día de hoy reconocida como su ópera prima. Tras un ajetreo que le obligó a vivir ilegalmente por la retención de su pasaporte, pasó por Londres como reportera de la BBC. Pero volvió luego a Ghana, lugar donde se separó de nuevo, sólo para irse luego a Senegal, latitud donde finalmente conocería a quien sería su segundo y único marido, Richard Philcox, un profesor de origen británico.
Te puede interesar: Irán lanza amenaza a Israel y EU por bombardeo en Siria
Sus letras
Aunque repletos sus trabajos de problemas culturales, de género y raciales, la diáspora africana, la esclavitud, el feminismo, las consecuencias del colonialismo, es decir temas con “una importancia política segura”, su obra, pese a que desde 1988 ha sido traducida al español, no es demasiado lo que se ha publicado para sus lectoras y lectores en habla hispana.
Si bien su obra asciende a la veintena de libros, traducidas al español sólo están disponibles las siguientes:
Por si te lo perdiste: Alemania legaliza el consumo de cannabis, pese a opositores
Ségou: Las murallas de la tierra (1984)
Ségou: La tierra desmoronada (1985)
Yo, Tituba, la bruja negra de Salem (1986)
El árbol de la vida (1987)
La colonia del nuevo mundo (1993)
El último de los reyes africanos (1994)
La deseada (2021)
La vida sin maquillaje (2020)
El evangelio del nuevo mundo (2021)
Historia de una mujer caníbal (2024)
Finalmente, pese a que su nombre sonaba constantemente para alzarse con el Premio Nobel de Literatura, nunca logró ser galardonada con él. Sí, por otro lado, con el Premio Right Livelihood, en 2018, que se conoce desde su fundación y por su relación (in)directa como el Premio Nobel Alternativo.
Hasta sus últimos días, pese a su complejo estado de salud, no dejó de escribir: le dictaba como le era posible a su marido, que siempre estuvo a su lado. No dejó de ser nunca, Maryse Condé, “una escritora genuina y totalmente guadalupeña”.