Y en el enésimo episodio de su telenovela favorita “En el país de aquí no pasa nada”, la maquinaria propagandista oficialista, esa que desde el discurso jura y perjura que nosotros no somos como los que ya se fueron (aunque en realidad siguen siendo los mismos; nomás que se cambiaron el chaleco por uno de otro color), llegaremos hasta las últimas consecuencias y aquí ya se acabó la impunidad, ya se encargó, a través de varias bombas de humo mediáticas, que el caso del “hermano” del expresidente Obrador, me refiero al senador morenista Adán Augusto López Hernández y sus cuates más cercanos, esos que operan bajo la divisa de La Barredora, el grupo delincuencial que desde 2019 se apoderó del estado de Tabasco bajo el auspicio, apoyo y protección del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG); quedará enterrado debajo de varias toneladas de coyunturas informativas irrelevantes.
Convenientemente, en estos momentos Adán Augusto y sus contlapaches (entre ellos su exsecretario de seguridad estatal cuando fue gobernador en Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, conocido en el mundillo del hampa como “El Abuelo” y el hermano de sangre del expresidente Obrador, José Ramiro López Obrador, el tal “Pepín”) andan felices de la vida porque el reflector mediático ya se olvidó de ellos y sus fechorías. Los lectores de noticias, los (dizque) líderes opinión, los reporteros y los columnistas ya ni los recuerdan…
Sin embargo, más allá del trabajo periodístico que se ha dejado de hacer en torno a estos siniestros y oscuros personajes, vale la pena dejar en claro y en firme que Bermúdez Requena (quien por cierto, ya está en prisión o, al menos, eso es lo que aseguran desde el oficialismo) pertenece a la misma ralea de delincuentes que Genaro García Luna, el infame superpolicía durante la presidencia del panista Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012). Por lo tanto, se vuelve imperativo que desde la narrativa oficialista pueda existir la más mínima autocrítica y el compromiso de que al interior de su movimiento de transformación no van a permitir el surgimiento y germinación de esta clase de tumores. Pero no. En lugar de eso han preferido guardar silencio, solaparlos y mirar hacia otro lado.
¿Por qué? Sus razones (de peso) tendrán.
Nadie habla. Nadie dice nada. Nadie se atreve a hacer un pronunciamiento (mucho menos emitir una condena enérgica). Y no lo hacen porque todos saben que Adán Augusto tiene la vara alta en La Chingada, Chiapas. Él sí le habla al oído a Obrador y sí se lleva de a pellizquito de pulguita con el expresidente. Le temen y por eso todos callan.
Y mientras, La Barredora sigue haciendo de las suyas en Tabasco. “El Abuelo” o “El Comandante H” ya salió del organigrama operativo, pero el engranaje delictivo de este grupo delincuencial se mantiene en marcha. No puede parar porque entonces la casa pierde. Y no ha parado desde 1999, cuando “El Abuelo” comenzó a traficar cocaína, a pesar de que en 2006 se le adjudicó la ejecución de un ganadero de la región (fue liberado por falta de pruebas). La Barredora llegó a esa entidad en 2009 y desde entonces controlan el tráfico de droga, combustible (huachicoleo) y personas, y desde esos días (el portal “Guacamaya Leaks” tiene las pruebas de ello) tanto Adán Augusto como su amigo cercano Carlos Merino (quien se convirtió en gobernador interino de Tabasco tras la partida de López Hernández a Gobernación) estaban al tanto de todo.
De todo.
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