Ultimo Messaggio

Del cuadrilátero al cine: Christy Martin alza la voz contra la violencia doméstica Cañeros exigen apoyo aún con decreto azucarero

No busques fuera de ti, vuelve a ti mismo

San Agustín

 

Los seres humanos estamos hechos para salir de nosotros mismos y volver a entrar con la información necesaria, recabada sensorialmente, para formarnos una idea de quiénes somos, en relación con los otros y el mundo que nos rodea. Nuestro vehículo para ello se llama atención y el proceso, conocimiento.

Pero mientras más nos aventuramos y permanecemos en el exterior, más perdemos el camino de regreso al interior y la habilidad de estar con nosotros mismos. Es por eso que ser conscientes de lo que somos, de lo que sentimos y pensamos se vuelve incómodo, amenazante y hasta doloroso. Así que nos damos a la fuga.

El ser humano moderno se ha vuelto intolerante, casi alérgico a sí mismo, o totalmente ajeno a sus procesos internos, tras generaciones de personas que han tratado de evitarle a sus hijos el sufrimiento y las dificultades, porque no supieron resignificar sus propias heridas y desactivar sus traumas, o, en el otro extremo, replicaron los daños inconscientemente. Apoyados en la tecnología, hemos perfeccionado el arte de no estar. Sin embargo, hoy, más que nunca, nos buscamos, pero no donde debemos. No nos experimentamos como seres. Nos etiquetamos según la tendencia psicoterapéutica de moda.

Por eso se ha vuelto casi imposible distinguir entre habitarse y vivir centrado en uno. La diferencia es profunda, pero indiscernible para quien vive en fuga de su interioridad. El que se habita se observa con atención, sin juicio y, cuando es necesario, con compasión. Se sabe indefinible, está cómodo consigo mismo, deja ser a los otros. El que se centra en sí mismo no se soporta, se obsesiona tratando de autodefinirse, se autoexige y, por tanto, es exigente con los demás, se condena y los condena, o se echa porras para tratar de convencerse de que es lo que cree que debe ser. Alma y ego al timón, respectivamente.

¡Hoy es tan fácil creer que uno se conoce y conoce a los demás! Hoy todos somos nuestro psicólogo de cabecera. Tras un fugaz vistazo a las redes sociales encontramos una cantidad inaudita de etiquetas a la carta, en el menú mercadotécnico de la industria del malestar rentable: TDAH, TOC, narcisismo, neurodivergencia, ansiedad, síndrome del impostor, trastorno de apego, alta sensibilidad, burnout, fobia social, entre otras.

Lo paradójico es que ese “conocerse” en la era de la psicoterapia difusa y diluida, a la mano de cualquiera, en realidad nos desconecta de nosotros mismos, de nuestra esencia, y nos centra en el ego.

Habitarse, por otra parte, es aventurarse en el terreno inexplorado que es cada uno de nosotros para sí mismo, y eso aterra, porque nos gustan las seguridades, las claridades, las certezas, las totalidades, las definiciones, las generalizaciones; pero en esta saga no las hay. En contrapartida, nos desagradan nuestros “defectos”, fallas, errores, verdaderas motivaciones y sentimientos perturbadores, como miedo, incertidumbre, dolor, duda, confusión. Y de eso está repleta cualquier odisea interior. Habitarse es el acto más revolucionario de este tiempo, porque implica sustraerse de la maquinaria que nos produce como personajes para volver a ser personas.

Paradójicamente, el drama contemporáneo no es la falta de respuestas, sino de preguntas. Estamos en la era de darlo casi todo por hecho. El ruido mental es la regla que nos impone una búsqueda implacable de felicidad, perfección, popularidad, aceptación irrestricta, autodefinición por identificación y, ¡oh imposible binomio!, autenticidad. Nos extraviamos en la información, confundiéndola con conocimiento.

El regreso a uno mismo, a nuestro habitáculo interior, no tiene método universal. Así que no busque la ruta en las redes. Es un asunto íntimo y personalísimo que requiere valentía, la de quedarse quieto mientras el mundo corre, para mirar hacia adentro sin miedo, y entonces encontrar la calma, ese estado de neutralidad emocional que a todos “paniquea”, tan acostumbrados como estamos a estar, todo el tiempo, sintiendo algo.

 

     @F_DeLasFuentes

delasfuentesopina@gmail.com

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *