El 3 de noviembre de 1954 se estrenó en Japón Godzilla, dirigida por Ishirô Honda. Aquella criatura nacida de la imaginación colectiva de la posguerra se convirtió en una metáfora del trauma atómico y del poder destructivo de la humanidad. Más que un simple monstruo, Godzilla era una advertencia viva: una “bomba andante” que encarnaba el terror nuclear que aún pesaba sobre el país y el mundo entero.
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Más de 70 años después, el reptil gigante es uno de los íconos más reconocibles de la cultura popular. Ha pasado de destruir Tokio a defenderlo, de ser un villano temible a un héroe ambiguo. En cada etapa, su figura ha reflejado los miedos de su tiempo: en los 50 fue el horror nuclear; en los 80, la Guerra Fría; en los 2000, el impacto ambiental y la crisis tecnológica.
La franquicia de Godzilla, producida por Toho Co. Ltd., es hoy la más longeva en la historia del cine, con más de 30 películas japonesas y una expansión internacional que incluye las recientes producciones del MonsterVerse de Legendary Pictures. En 2023, Godzilla Minus One recuperó la esencia trágica del original y ganó el Oscar a Mejores Efectos Visuales, y recordó que su poder no está solo en el espectáculo, sino en el mensaje.
En Japón, Toho celebró el aniversario con una campaña global titulada 70 Years of Godzilla, acompañada de reediciones, exhibiciones y nuevos proyectos. Su rugido resonó nuevamente en cines, museos y redes, y confirmó que sigue siendo una figura viva y bien recordada dentro del imaginario colectivo.
Impacto de Godzilla en la cultura popular
Pero más allá de su éxito comercial, Godzilla representa algo más profundo: la forma en que el arte popular convierte el miedo en mito. La criatura surgió del dolor nacional, y con el tiempo se transformó en espejo universal de nuestras crisis como humanidad.
Su destrucción de ciudades simboliza la fragilidad humana ante las fuerzas que ella misma desata: la energía nuclear, el cambio climático o la tecnología sin control.
En América Latina y México, donde el género kaiju ha inspirado generaciones, Godzilla también ocupa un lugar especial. Sus películas se convirtieron en un rito televisivo y en una referencia cultural.
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Su influencia puede rastrearse en animaciones, videojuegos y homenajes cinematográficos que reinterpretan la figura del “monstruo” como reflejo de la sociedad.
Hoy, al cumplir 71 años, Godzilla no solo celebra su pasado, también su capacidad de mutar. Ha sobrevivido a los cambios tecnológicos, a los reboots y a los multiversos porque su esencia –el miedo a las consecuencias de los actos humanos a gran escala– sigue vigente.
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En tiempos de crisis climática y tensiones geopolíticas, su rugido permanece en la forma de un recordatorio que los monstruos más grandes siempre nacen de nosotros mismos.
