El presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, acordaron una pausa en la guerra comercial que durante meses sacudió los mercados globales, aunque el gesto conciliador quedó opacado por una decisión que reavivó temores geopolíticos: la reactivación de pruebas nucleares por parte de Washington tras más de tres décadas de suspensión.
El encuentro, realizado en Busan, Corea del Sur, como cierre de la gira asiática del magnate republicano, concluyó con un pacto que contempla reducción de aranceles, flexibilización del acceso a metales de tierras raras y colaboración reforzada contra el tráfico de fentanilo. “En una escala del 0 al 10, la reunión fue un 12”, celebró el mandatario a bordo del Air Force One, al presentar el resultado como un impulso para la economía mundial.
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El acuerdo suspende por un año las restricciones chinas a la exportación de tierras raras e implica que Washington reduzca los aranceles a productos vinculados al fentanilo del 20 por ciento al 10 por ciento. Beijing, a cambio, intensificará los controles sobre precursores químicos del opioide y ampliará las compras de soja y energía estadounidense.
Para analistas, más que una resolución definitiva, la tregua es un respiro táctico: China protege su dominio tecnológico y Washington obtiene capital político interno.
Retorno de pruebas nucleares
Pero la distensión tuvo un contraste inmediato. Horas antes de aterrizar en Corea del Sur, Trump anunció el retorno de pruebas nucleares estadounidenses, decisión que coincidió con recientes ensayos atómicos rusos y encendió alarmas sobre una nueva carrera armamentista. “Con otros países haciendo pruebas, es apropiado que nosotros también lo hagamos”, afirmó, sin precisar alcance operativo.
Posteriormente, matizó que la medida “no estaba dirigida a China”, aunque la declaración contaminó el ambiente diplomático.
El líder del Partido Comunista Chino advirtió en Busan sobre los “giros y vueltas” en la relación bilateral y llamó a evitar un “círculo vicioso de represalias”. De acuerdo con medios oficiales, instó a priorizar beneficios de largo plazo y estabilidad estratégica.
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La gira de Trump, acompañada de ceremonias y gestos de lujo —como coronas doradas, regalos y bailes tradicionales— fortaleció alianzas en Tokio y Seúl, donde avaló la construcción de un submarino nuclear. Pero su estilo volvió a evidenciar contrastes: celebró acuerdos comerciales mientras lanzaba anuncios que alimentan la incertidumbre.
El pacto con Xi prolonga por un año la tregua arancelaria y abre espacio para coordinar temas como la guerra en Ucrania. El magnate adelantó que planea visitar China en abril, y Xi podría viajar a EU después. Aun así, el acuerdo es frágil y podría deshacerse ante cualquier movimiento unilateral.

 
                 
                