Llegó a su fin el llamado “mes rosa”, octubre, que desde el año de 1985 se instauró a nivel mundial como el Mes Nacional de Sensibilización sobre el Cáncer de Mama, una enfermedad que aquí en México cobra la vida de aproximadamente 8 mil 500 mujeres por año, razón por la cual se vuelve imperativo el diseño e implementación de más y mejores políticas públicas de salud, sobre todo porque la incidencia y frecuencia de casos ya se están comenzando a presentar en pacientes cada vez más jóvenes.
De acuerdo con cifras oficiales, el año pasado fallecieron en nuestro país 8 mil 451 mujeres a causa de este tipo de cáncer, lo que la convierte en la principal causa de muerte por tumores malignos, con una tasa de mortalidad de 18.7 defunciones por cada 100 mil mujeres de 20 años o más.
¡Terrible!, ¿no creen?
Por ello, es digno de reconocerse el esfuerzo y trabajo que desde la trinchera política están realizando varios de nuestros legisladores quienes, más allá de siglas y colores, proponen iniciativas encaminadas a mejorar el entorno de las personas diagnosticadas con cáncer de mama.
Destaca, indudablemente, la iniciativa presentada esta misma semana en la Cámara Alta por el vicecoordinador del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional (PAN) en el Senado, Enrique Vargas del Villar, quien propuso reformar las leyes general de Salud y de los Sistemas de Ahorro para el Retiro, así como del Presupuesto de Egresos de la Federación, con el objetivo de crear el Fondo de Rehabilitación Postmastectomía para que el Estado mexicano financie programas y servicios que permitan una atención integral para quienes padecen cáncer de mama, incluyendo prótesis y la reconstrucción mamaria.
La iniciativa de Vargas propone el acceso a prótesis mamarias y a servicios de rehabilitación postmastectomía para pacientes de este tipo de cáncer, lo cual no se encuentra garantizado en la legislación vigente. Esto permitiría establecer un Fondo de Rehabilitación Postmastectomía que financie programas y servicios relacionados con la atención integral del cáncer mamario, compra de medicamentos oncológicos, prótesis y cirugías de reconstrucción mamaria, así como los insumos médicos que sean necesarios tanto para derechohabientes como para quienes no cuentan con seguridad social.
Asimismo, la senadora morenista, Martha Lucía Micher Camarena, quien también es presidenta de la Comisión para la Igualdad de Género, propuso establecer una cartilla de salud específicamente para mujeres indígenas, la cual incluiría el cuadro básico de atención así como estudios clínicos relevantes (mastografías, papanicolaou y ultrasonidos mamarios) para fortalecer el monitoreo e identificación temprana del cáncer de mama y otras enfermedades, pues actualmente no existen estudios suficientes sobre prevalencia de este tipo de cáncer en pueblos originarios debido a la falta de reconocimiento de sus necesidades en políticas públicas.
Por ello, la legisladora se sumó a la propuesta de implementar campañas informativas y servicios móviles en lenguas originarias que incluyan el traslado de mastógrafos y otros aparatos necesarios a estas localidades, facilitando la prevención y detección.
El Modelo de Atención Universal que anunció la semana pasada la presidenta Claudia Sheinbaum, el cual contempla una inversión de 8 mil millones de pesos para adquirir mil mastógrafos, mil ultrasonidos y la creación de 32 nuevas unidades hospitalarias en todo el país definitivamente es una muy buena noticia en materia de salud. Pero cuando se trata de cáncer, sobre todo de cáncer de mama, siempre hace falta más. Mucho más.
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