La figura de Don Juan Tenorio está arraigada al hombre seductor capaz de conquistar a cualquier mujer, aunque en la realidad, su origen encierra una personalidad más oscura, un tema que continúa vigente, gracias al apodo que se impone en la actualidad.
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A casi dos siglos de su estreno, José Zorrilla retoma El burlador de Sevilla y convidado de piedra, obra atribuida a Tirso de Molina y la leyenda de El capitán Montoya, para mostrar una nueva visión del conquistador, que es capaz de todo por demostrar su dominio y poder; y es justo en esta temporada de Día de Muertos que la escenificación se ha convertido en un emblema de las fiestas debido a la participación de espíritus que intervienen para dar un mensaje al protagonista.
La compañía teatral El Ágora, dirigida por Noé Alvarado, presenta en el Instituto Cultural Helénico la octava temporada de Don Juan Tenorio… y el precio es la vida, una adaptación que trata de respetar lo más posible el verso clásico y la estructura original.
“Zorrilla tiene mucho que decirnos todavía con su obra. De pronto en nuestra cultura la figura de Don Juan se ha vuelto como un icono a seguir; sin embargo, nosotros con esta propuesta, a pesar de que es una época de hace muchos años, debajo de toda la belleza del verso clásico develamos que hay personajes muy complejos, sin buenos, ni malos”, señaló Alvarado.
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El director manifestó que la puesta en escena tiene tópicos que aún están presentes en la vida real, como Don Juan, un personaje misógino, vicioso y jugador, pero que se mira desde una óptica más humana, o el caso de Brígida.
LA PARODIA Y EL ÉXITO DE DON JUAN TENORIO
De acuerdo con el responsable de la puesta que tiene a más de 25 actores en escena, el lugar permite que el espectador se sumerja en la época y en la historia, lo que la convierte en una propuesta diferente, inmersiva, que el público disfruta desde los primeros minutos.
Aunque las representaciones han respetado la esencia del libreto original de Zorrilla, a principios del siglo XX, en los tiempos de la Revolución, la obra sirvió como base para hacer una crítica social y así surgió el Tenorio Maderista, de Luis Andrade y Leandro Blanco, una representación para hacer mofa de los políticos del momento.
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Más tarde, los hermanos Manuel y Germán Valdés hicieron su propia versión en pequeños sketch en programas de televisión y fue en los 90 que Paco Stanley protagonizó El Tenorio Cómico, una de las representaciones más recordadas debido al carisma del conductor.
La representación más actual de este tipo es la de Los Mascabrothers, Freddy y Germán Ortega, una adaptación que se ha modernizado respecto a los cambios políticos del país, pues la puesta inició en la era panista, pasando por el regreso del PRI a Los Pinos con Enrique Peña Nieto, hasta llegar a la época actual en la era de la Cuarta Transformación.
