La huelga en Boeing Defense, que ya suma 13 semanas, amenaza con profundizar las dificultades financieras de la compañía aeroespacial.
Este domingo, los trabajadores del Distrito 837 de la Asociación Internacional de Maquinistas y Trabajadores Aeroespaciales (IAM), con sede en la región de San Luis, rechazaron la última propuesta contractual de la empresa, prolongando un conflicto que ya ha retrasado la entrega de aviones de combate y otros sistemas militares clave, de acuerdo con agencias.
El desacuerdo afecta a unos 3,200 empleados en plantas de Missouri e Illinois y refleja el creciente descontento laboral en la industria aeroespacial estadounidense. Aunque la magnitud de la protesta es menor que la huelga del año pasado (cuando 33,000 empleados de Boeing Commercial Airplanes paralizaron la producción), el impacto económico podría ser considerable, dada la fragilidad financiera de la compañía tras años de pérdidas y crisis.
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El sindicato acusa a Boeing de ignorar las demandas básicas de su plantilla. “La votación demuestra que la empresa no ha escuchado a sus empleados”, sostuvo Brian Bryant, presidente de la IAM Internacional, quien destacó que los ejecutivos de Boeing continúan subestimando a los trabajadores responsables de construir los aviones militares más sofisticados del mundo.
Boeing rechaza mejorar su oferta
Boeing, por su parte, aseguró que el rechazo se debió a un margen estrecho -51% contra 49%-, y reiteró que no planea mejorar sustancialmente su oferta.
El sindicato había propuesto un acuerdo de cuatro años que, según sus cálculos, elevaría el costo del convenio en 50 millones de dólares frente a la propuesta empresarial, considerada insuficiente por los trabajadores.
Mientras tanto, el director ejecutivo de Boeing, Kelly Ortberg, percibirá 22 millones de dólares en 2025, cifra que contrasta con la contención salarial de la plantilla.
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El prolongado paro amenaza con retrasar aún más los programas de defensa y agravar la presión sobre la liquidez de Boeing, que busca estabilizar su flujo de efectivo y recuperar la confianza de inversionistas tras una década marcada por turbulencias financieras y laborales.
