Fernando Ceballos
El ex presidente francés Nicolas Sarkozy comenzó a cumplir una sentencia de cinco años de prisión por asociación ilícita, tras un fallo judicial que determinó su responsabilidad en la financiación ilegal de su campaña presidencial de 2007 con recursos procedentes de Libia. Su ingreso a la prisión de la Santé, en la capital francesa, marcó un hecho inédito en la historia reciente del país, al ser el primer ex jefe de Estado en entrar en prisión desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
El ex mandatario, de 70 años, se encuentra recluido en una celda individual de la zona de aislamiento, donde permanecerá bajo medidas especiales para evitar el contacto con otros internos y preservar su seguridad. De acuerdo con su defensa, el político conservador continuará su estrategia legal para obtener la libertad condicional mientras se desarrolla el proceso de apelación.
La decisión judicial generó divisiones en la opinión pública y en el escenario político francés. Mientras sectores de la izquierda celebraron el fallo como un ejemplo de independencia judicial, simpatizantes de Sarkozy lo calificaron como una persecución política. En los alrededores de su residencia, decenas de seguidores se congregaron para expresar apoyo y cuestionar la imparcialidad de los tribunales.
El caso de Sarkozy deriva de una investigación sobre presuntos vínculos entre su entorno político y el régimen de Muamar Gadafi, que habría financiado parte de su campaña electoral. Los magistrados franceses consideraron que existieron maniobras para canalizar fondos libios hacia la contienda de 2007, lo que justificó la condena por asociación ilícita.
El encarcelamiento del ex presidente reabre el debate sobre la relación entre justicia y política en Francia, un país donde la independencia de los jueces continúa siendo motivo de controversia. Aunque su equipo legal confía en revertir la sentencia, la decisión del tribunal reafirma el alcance de las instituciones judiciales frente a los abusos de poder en las más altas esferas del Estado.