Redacción
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, lamentó el asesinato del dirigente limonero michoacano Bernardo Bravo Manríquez y aseguró que se investigará a fondo el caso hasta dar con los responsables. “Tiene que haber justicia”, expresó durante su conferencia matutina en Palacio Nacional.
La mandataria informó que el tema fue abordado ampliamente durante la reunión del gabinete de seguridad, donde el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, presentó un informe detallado sobre el homicidio. Señaló que el gobierno federal colaborará con las autoridades de Michoacán y con la Fiscalía General del Estado para garantizar el esclarecimiento del crimen.
Bernardo Bravo, presidente de la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán e integrante de la Asociación Nacional de Citricultores, fue encontrado sin vida la madrugada del lunes sobre la carretera que conecta Apatzingán con la comunidad de Los Tepetates, en una zona bajo influencia del Cártel de Jalisco Nueva Generación. El productor, de 35 años, presentaba huellas de violencia y un disparo en la cabeza.
De acuerdo con los primeros reportes, Bravo habría sido secuestrado el domingo anterior tras recibir una llamada para tratar el tema de las extorsiones que desde hace años afectan al sector limonero en la región de Tierra Caliente. Este caso se suma al de otros dos productores asesinados en menos de un año después de denunciar públicamente la misma problemática.
El dirigente había participado el 12 de octubre en una manifestación de productores en Morelia y Apatzingán, donde tiraron a la calle más de dos toneladas de limón como forma de protesta ante la caída de los precios, que actualmente rondan los siete pesos por kilo. Durante esa jornada, denunció nuevamente los cobros de piso de hasta dos pesos por kilo que imponen grupos delictivos en la zona.
En redes sociales, Bernardo Bravo convocó a una nueva protesta el 22 de octubre, durante la inauguración de las fiestas de octubre en Apatzingán, donde los limoneros planeaban repetir la acción de arrojar su producto como símbolo de inconformidad por la falta de apoyo y la creciente presión del crimen organizado.