El pueblo de San Andrés Tenextatiloyan, en Puebla, se le conoce por su actividad alfarera, pero entre figuras de cerámica y cazuelas de barro destaca una sazón, la de la cocinera Teodora Pérez Zacarías, que ha llamado la atención de propios y extraños al combinar técnicas heredadas y productos del campo para mantener viva la esencia culinaria de su comunidad.
“Hace unos meses vino un grupo de gente a probar mi comida y resulta que era un chef reconocido y el dueño de un restaurante, que me propusieron capacitar a sus cocineros”, contó la señora Teodora, de 53 años, en entrevista con 24 HORAS.
Pero la magia de los platillos que buscan promover un nuevo atractivo en el pueblo vienen con un atisbo de tradición: “Mi mamá me enseñó a cocinar y me gusta cocinar, más allá de que me gano la vida con ello, me gusta hacerlo, me gusta dedicarle tiempo a la cocina y yo creo que he aprendido a aplicar mi toque.
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“Aunque no sé muy bien cual es ese toque”, dijo entre risas, “cuando me preguntan sobre ello no sé describirlo y me he dado cuenta que aunque pongan la misma cantidad de chiles y demás, no les sabe igual. Creo que es el tiempo de cocción que le aplico a cada cosa”, compartió Pérez Zacarías.
Y aunque ese puede ser solo una sazón de herencia, la verdad es que en los ingredientes también hay magia y hasta personalidad, pues desde un chiltepín molido en metate para la pancita, pasando por las tortillas hechas a mano y culminando con un mole poblano que empieza desde moler chiles, semillas y chocolate, todos comparten su aptitud artesanal.
“El maíz se siembra y lo cosecha mi familia, yo se los compro, mis hijos me ayudan a limpiarlo pero yo lo lavo, lo nixtamalizo, lo cocino y lo sirvo. Los otros ingredientes también salen de acá, de lo que venden los vecinos. Para mí es importante mantener esa calidad de los ingredientes porque creo que además de la alfarería del pueblo, yo puedo ofrecer algo de mí, de lo que me gusta hacer”, destacó la cocinera.
Por otro lado, dijo que le importa mantener viva su tradición. “Tengo una hija y un hijo y sí a los dos les he enseñado a cocinar”, contó.
La Milpa Viva de Teodora Pérez Zacarías
Actualmente abrió un comedor en su pueblo pero su puesto es el proyecto que por ahora le ocupa: “uno de mis sobrinos metió una iniciativa por mí y el gobierno me cambió mis anafres por parrillas”, agregó.
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Sobre esta iniciativa dijo que se llama La Milpa Viva, “pero voy a cambiarle el nombre a náhuatl, somos una región nahua y tenemos que realzar un poco de lo que somos, de nuestras tradiciones y sobre todo preservarlas, empezando por nuestra cocina tradicional que se milenaria y que debemos mantener viva y fuerte ante quienes la desconocen”, finalizó.
San Andrés Tenextatiloyan, pueblo de alfareros
San Andrés Tenextatiloyan, un pueblo conocido por su actividad alfarera y a lo largo del año, es uno de los epicentros artesanales que preparan figuras de temporada.
Sus calles, llenas de espíritu artesanal, configuran una experiencia que no necesita el mote de pueblo mágico porque lo es desde sus primeros pasos.