Las lluvias torrenciales que azotaron la región de la Huasteca hace unos días dejaron una huella profunda en varias entidades. Querétaro, San Luis Potosí, Puebla, Hidalgo y Veracruz, sobre todo, enfrentan el desafío de la reconstrucción, no sólo de caminos y viviendas, sino de la esperanza misma de miles de familias que lo perdieron todo.
El país entero ha sido testigo de la magnitud del daño, pero también de la fuerza del pueblo mexicano. En medio del lodo, de la incertidumbre que sigue a la tormenta, brotó la solidaridad. Desde las primeras horas, brigadas de rescate y de limpieza conformadas por los propios vecinos y habitantes se movilizaron sin descanso para atender la emergencia.
La presidenta Claudia Sheinbaum dejó en claro que no hay límite de recursos cuando se trata de salvar vidas y restablecer la normalidad. “Nadie quedará desamparado”, afirmó, y esto se refleja en el despliegue inmediato de miles de servidoras y servidores de la nación, en la coordinación entre dependencias y en los puentes aéreos para atender las zonas más afectadas.
Los helicópteros realizan labores humanitarias, al igual que la maquinaria de varias instancias. Es un esfuerzo logístico de gran magnitud, que confirma que el Estado mexicano está presente, que no se rinde ni deja a nadie atrás.
La CFE ha restablecido ya más del 90 por ciento del servicio eléctrico en las comunidades afectadas, mientras que el sistema de salud envió brigadas —del IMSS, ISSSTE y Salud Bienestar— para atender directamente en el territorio, casa por casa, a quienes más lo necesitan.
Hay zonas donde el acceso sigue siendo difícil, pero también sabemos que la labor no se detiene, porque la reconstrucción no se mide en días, sino en voluntad, y esa voluntad está firme. Así se ha hecho en otras ocasiones cuando la naturaleza golpea, y así se vuelve a hacer hoy, demostrando que el trabajo colectivo es la base de toda transformación.
No hay tragedia que supere la unión de un pueblo decidido. Las imágenes que llegan muestran destrucción, pero también manos extendidas, trabajo coordinado y rostros cansados, aunque firmes. Esa es la esencia de México: levantarse una y otra vez, con dignidad y esperanza.
La reconstrucción será larga, pero también será ejemplo, porque lo que hoy se está haciendo no es solo reconstruir caminos o viviendas; es reconstruir la confianza, la solidaridad y el espíritu de un país que nunca deja solos a los suyos.
La fuerza de México está en su gente, y cuando el pueblo y su Gobierno caminan juntos, ninguna tormenta puede vencerlos. El temporal pasará, pero quedará lo más valioso: la certeza de que somos un solo país, con un solo corazón que late al mismo ritmo de la esperanza.
X: @RicardoMonrealA