* Rinde cuentas tras las lluvias en cinco estados golpeados
* Reconstrucción urgente: exige Claudia acción sin dilaciones ni excusas
* Retumba el Salón Tesorería tras la réplica presidencial a empresario deudor
Juan R. Hernández
Ciudad de México.- La lluvia aún no cesa en gran parte del país, pero en Palacio Nacional también tronaron relámpagos —políticos—. Esta vez no hubo lista de precios ni el timbre de “quién es quién de la Profeco”. La conferencia matutina se transformó en una rendición de cuentas sobre las acciones emprendidas en los cinco estados golpeados por las lluvias: Querétaro, San Luis Potosí, Puebla, Veracruz e Hidalgo.
A su lado, los titulares de Bienestar, Infraestructura, Sedena, Marina, Salud y Protección Civil detallaron los avances en el rescate, la atención médica y la reconstrucción.
La presidenta Claudia Sheinbaum llegó con el semblante serio, el de quien ha dormido poco y ha caminado entre el lodo. Su voz, firme y sin rodeos, reflejaba la mezcla de cansancio y determinación de los últimos días. Recordó a los damnificados, a quienes lo perdieron todo —incluso familiares—, y habló con la urgencia de quien sabe que la reconstrucción no admite dilaciones.
Pero también hubo espacio para la confrontación. El empresario Ricardo Salinas Pliego había lanzado, desde su “púlpito digital”, una serie de acusaciones: que el gobierno obstaculiza la ayuda privada y usa los apoyos con fines partidistas. Sheinbaum no se contuvo: “Son mentiras. A ver si paga impuestos y con eso ayudamos a más gente”, replicó con ironía y firmeza. La frase cayó en el Salón Tesorería como un rayo seco, arrancando miradas y murmullos.
“Hay mucha malicia, mucha saña”, advirtió. Y puntualizó: “Si realmente quisieran ayudar, ya estarían enviando despensas, no tuits”. También negó los rumores de censura en Poza Rica: “Aquí no se oculta nada. Estamos trabajando con transparencia y coordinación”.
Al final, su tono cambió. Recordó un episodio ocurrido en Huauchinango, donde una familia damnificada le ofreció un taco en medio del desastre. “Estuve a punto de llorar”, confesó. El gesto, humilde pero cargado de simbolismo, se volvió viral como emblema de empatía y cercanía.
“Donde haya daños, ahí vamos a estar. No estamos escatimando ningún esfuerzo”, remató Sheinbaum. Su voz, serena pero decidida, dejó claro que la tormenta —la natural y la política— se enfrenta con botas, chaleco y convicción.
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