Estados Unidos aplicará a partir de la medianoche de este martes nuevos aranceles a la importación de madera, muebles y mobiliario de cocina, bajo el argumento de proteger su seguridad nacional y reducir la dependencia exterior en sectores considerados estratégicos.
La medida impuesta por la Casa Blanca contempla un impuesto del 10% a la madera de construcción y una tasa del 25% a los muebles y equipamiento de cocina provenientes del extranjero.
A partir del 1 de enero, estos gravámenes aumentarán de forma considerable: 30% para los muebles y hasta 50% para los muebles de cocina, en un movimiento que busca incentivar la producción nacional, pero que amenaza con elevar los costos en la industria de la vivienda y el consumo.
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En el caso de socios comerciales con acuerdos vigentes, como el Reino Unido, Japón o la Unión Europea, los derechos de aduana se limitarán a un máximo de entre 10% y 15%, lo que suaviza parcialmente el impacto sobre los flujos comerciales entre economías aliadas.
Aranceles a madera impactará a México y Canadá
Por el contrario, los productos provenientes de México y Canadá, a pesar de estar cubiertos por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), podrían no escapar completamente a la nueva política arancelaria, particularmente en el caso de la madera de construcción.
El efecto será especialmente severo para Canadá, que suministra alrededor de una cuarta parte de las importaciones de madera que ingresan a territorio estadounidense.
Según estimaciones de Stephen Brown, economista de Capital Economics, el impacto de los nuevos aranceles podría traducirse en un incremento promedio de 2,200 dólares en los costos de construcción dentro del mercado estadounidense.
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En tanto, China, Vietnam y México concentran el 27%, 20% y 20%, respectivamente, de las importaciones estadounidenses de muebles, lo que anticipa un reajuste en las cadenas de suministro y posibles repercusiones en el empleo manufacturero de estos países.
Estos nuevos impuestos se suman a un marco ya restrictivo en el comercio estadounidense, donde las tasas arancelarias varían entre 10% y 50%, dependiendo del origen y tipo de producto, consolidando así una tendencia hacia un proteccionismo más agresivo con implicaciones globales para los sectores de la madera, el mueble y la construcción.