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Cristian Millan 

La Selección Mexicana ha atravesado una etapa complicada frente a los equipos de la Conmebol, acumulando resultados adversos que han generado preocupación en su entorno. En los últimos diez partidos ante selecciones sudamericanas, el combinado nacional ha conseguido únicamente dos victorias, además de sufrir siete derrotas y un empate. Este desempeño ha reflejado una pérdida de solidez frente a rivales históricamente exigentes.

Los números han evidenciado una tendencia negativa que ha limitado la confianza del equipo. Las únicas

victorias registradas han sido ante Bolivia y Perú, mientras que el empate se ha producido frente a Ecuador. En contraste, los tropiezos ante conjuntos como Uruguay, Brasil, Venezuela y Colombia han acentuado la crisis de resultados, dejando en evidencia las carencias del Tri en partidos de alto nivel competitivo.

Entre los encuentros más dolorosos, destacan las derrotas por 4-0 ante Uruguay y Colombia, que han expuesto serias dificultades defensivas y una falta de contundencia ofensiva. También se han registrado caídas ajustadas, como el 3-2 frente a Brasil y el 3-2 nuevamente contra Colombia, donde el equipo mexicano no ha logrado sostener la ventaja ni mantener la intensidad en los momentos clave.

Desde su triunfo ante Bolivia en 2024, el conjunto nacional no ha podido volver a ganar frente a un rival sudamericano. Esa victoria mínima por 1-0 marcó el último punto alto antes de una racha que ha puesto en duda la efectividad del proyecto actual. El bajo rendimiento ante equipos de Conmebol ha sido un indicador del reto que enfrenta México para competir de igual a igual en el escenario internacional.

Los encuentros más recientes han demostrado que, aunque México ha mantenido lapsos de buen juego, no ha conseguido traducirlos en resultados positivos. La falta de precisión en el ataque y la vulnerabilidad en defensa se han combinado para complicar sus aspiraciones de consolidarse entre las potencias del continente. Este panorama ha generado cuestionamientos sobre la dirección técnica y la estrategia utilizada ante oponentes de estilos variados.

En los análisis posteriores, se ha destacado que las selecciones sudamericanas han aprovechado su mayor intensidad física y su experiencia táctica para imponerse en momentos clave. La diferencia en ritmo y en capacidad de reacción ha sido evidente, sobre todo en partidos disputados fuera de territorio mexicano. El Tri, pese a su esfuerzo, no ha logrado imponer su estilo de juego ni adaptarse con eficacia al planteamiento rival.

Esta racha adversa ha encendido las alarmas dentro del fútbol nacional, especialmente con miras al Mundial de 2026. La necesidad de recuperar confianza y resultados frente a equipos de Conmebol se ha vuelto prioritaria para el cuerpo técnico y los jugadores. México ha enfrentado un periodo difícil, pero también ha adquirido experiencia que podría ser decisiva para corregir el rumbo en futuras competencias.

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