Por Eduardo López Betancourt
Fiel a las costumbres republicanas y en cumplimiento de la ley, la Presidenta de la República, Doctora Claudia Sheinbaum Pardo, rindió su primer informe ante la Cámara de Diputados. Más tarde, en un acto multitudinario en el Zócalo capitalino, dirigió al pueblo de México un mensaje en el que destacó los logros de su administración.
El respaldo fue evidente. Los aplausos y las muestras de apoyo se hicieron notar, aunque el verdadero punto de atención surgió cuando abordó el tema de las reformas en materia de amparo.
El País vive un momento de cambio profundo: la elección de nuevos jueces y ministros para la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) marca una nueva etapa en la vida institucional de la Nación. Sin embargo, no faltan las voces que expresan preocupación por el rumbo que podrían tomar los ajustes al juicio de amparo, figura esencial en la defensa de los derechos ciudadanos frente al Poder.
La Presidenta Sheinbaum, deberá apoyarse en asesores experimentados, capaces de trazar límites claros entre la justicia y la conveniencia política. Su afirmación de que las reformas buscan evitar que “empresarios sin vergüenza” evadan impuestos ha generado debate y, al mismo tiempo, la necesidad de un análisis más cuidadoso.
El caso del empresario Ricardo Salinas Pliego, inmerso en una disputa fiscal ampliamente difundida por los medios y las redes sociales, es ejemplo de ello. Ninguna legislación debe parecer dirigida a una persona en particular. Las leyes, por definición, son de aplicación general; cualquier intento de utilizarlas con nombre y apellido erosiona la confianza en el Estado de Derecho.
El cumplimiento fiscal es una obligación que nadie debe eludir. Quienes más tienen deben ser los primeros en contribuir al sostenimiento del País. La evasión afecta a todos: merma los servicios públicos, retrasa obras necesarias y debilita la justicia social.
No obstante, también es fundamental cuidar la percepción pública. La presidenta no debe proyectar la imagen de que su gobierno actúa contra un individuo o grupo específico. Para ello, sus consejeros tienen la responsabilidad de advertir los riesgos y preservar la institucionalidad del poder presidencial.
El liderazgo de Claudia Sheinbaum será tan sólido como su capacidad para equilibrar firmeza con prudencia. Gobernar no es solo corregir injusticias, sino hacerlo dentro de la ley y con respeto a las formas que garantizan la democracia.
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