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Es imposible hablar sobre la producción de basura electrónica (e-waste) sin aludir, o de plano nombrar como responsable, a la obsolescencia programada. Es un problema que ha aumentado en las dos últimas décadas, según un artículo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicado en 2020.

Ciertamente, el desarrollo de la tecnología ha facilitado la realización de diversas actividades, pero esa optimización y el crecimiento han traído consigo un “acelerado consumo de bienes y servicios” que “ha ocasionado un gran problema en la generación de basura”, principalmente de basura electrónica.

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En otro artículo, la misma UNAM asegura, citando al académico Heberto Ferreira Medina, que la mayoría de las personas “desconocer la importancia de eliminar de forma segura” los residuos provenientes de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE).

Al respecto, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), en su revista mensual, escribió al respecto no sólo a manera de alerta, sino de prevención para “adoptar prácticas conscientes” que impacten “positivamente en nuestra vida y en el planeta”.

¿Qué es la obsolescencia programada?

La obsolescencia programada es una práctica centrada en diseñar productos con una vida útil limitada, que quedan en desuso con rapidez, señala la Profeco. Así pues, las personas se en forzadas a reemplazarlos por versiones más nuevas.

“Los productos que se ven más afectados con mayor frecuencia son aquellos de uso cotidiano y alto consumo, en particular los dispositivos electrónicos y electrodomésticos“, abundaron.

Existen tipos de obsolescencia programada:

Física: los productos se fabrican con materiales frágiles o piezas que fallan.
Estética: el diseño o estilo de un producto se vuelve anticuado, lo que motiva su reemplazo por algo más moderno.
Funcional: pese a que el producto siga funcionando, ya no es compatible con tecnologías o necesidades.
Indirecta: un producto queda inutilizable por falta de refacciones o soporte técnico.
Percibida:  la persona consumidora cree que su producto ya no sirve, aunque siga teniendo vida útil, debido a la moda, a la mercadotecnia o la presión social.

“La obsolescencia programada causa una explotación excesiva y el progresivo agotamiento de recursos naturales no renovables, empleados en la fabricación de nuevos dispositivos”, concluyó parcialmente Profeco, previo a mencionar que México “fue uno de los principales generadores de basura electrónica” en América Latina.

Así puedes combatir la producción de basura electrónica

La Profeco enumeró las siguientes alternativas como viables para reducir la basura electrónica:

Consumo responsable: evita hacer compras impulsivas y adquiere solo lo que realmente necesites.
Apoyo a la reparación: busca empresas especializadas en reparación y opta por arreglar los dispositivos en lugar de reemplazarlos.
Compra productos reacondicionados: son una gran opción para tu economía porque extienden la vida útil de los dispositivos y reducen la demanda de nuevos.
Adquiere productos duraderos: elige productos con buena reputación en cuanto a durabilidad y calidad; además, prefiere marcas comprometidas con la sostenibilidad.
Reciclaje y donación: busca puntos de reciclaje para dispositivos electrónicos o dónalos a organizaciones benéficas si aún son útiles.
Venta de segunda mano: si tus dispositivos aún funcionan, véndelos en mercados de segunda mano.

“Además de promover prácticas más sostenibles, como la economía
circular, el diseño de productos duraderos y la reparación, se requiere
de un enfoque multidimensional que involucre a fabricantes y personas
consumidoras“, consideró finalmente la Profeco.

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