La OTAN dedicó el fin de semana a elaborar una respuesta rápida a la violación más grave del espacio aéreo aliado por parte de Rusia desde el comienzo de la guerra en 2022: un enjambre de drones que cruzó hacia Polonia la noche del 9-10 de septiembre. Varsovia afirma que entraron 19 drones rusos; las autoridades recuperaron posteriormente 16.
El primer ministro Donald Tusk lo calificó como “lo más cerca que hemos estado de un conflicto abierto desde la Segunda Guerra Mundial“, mientras los aliados desplegaron cazas y defensas aéreas en el flanco oriental bajo una nueva misión, “Eastern Sentry”. Reino Unido confirmó que sus Typhoons patrullarán los cielos polacos, uniéndose a los F-16 daneses, los Rafale franceses y los Eurofighters alemanes. Moscú insiste en que “no tenía planes de atacar” a Polonia y Bielorrusia afirma que la interferencia los desvió de su rumbo.
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Elogio a la “respuesta rápida y hábil”
El jefe de la OTAN, Mark Rutte, elogió la “respuesta rápida y hábil” y reiteró su compromiso de defender “cada pulgada del territorio de la OTAN”. La confrontación se agravó cuando, días después, Rumanía, miembro del bloque, detectó un dron ruso Geran que violó su espacio aéreo, lo que provocó nuevas condenas.
Pocos en Europa creen que hayan resultado errores. El canciller polaco, Radosław Sikorski, presentó el episodio en su país como una provocación y planteó una zona de exclusión aérea sobre Ucrania (idea impulsada por algunos aliados desde 2022) e incluso que Polonia podría ayudar a derribar drones sobre las zonas fronterizas con Ucrania si Kiev lo solicitara.
Washington respaldó a Varsovia en la ONU: “Defenderemos cada pulgada”, declaró la embajadora Dorothy Shea, mientras Trump reflexionó que la violación “podría haber resultado un error” y advirtió que su paciencia con el Kremlin se agota. Sobre el terreno, Rusia y Bielorrusia inauguraron los ejercicios militares “Zapad” con 7,000 soldados y el lanzamiento de un misil Kalibr desde un submarino. Los ejercicios se anunciaron como defensivos, pero interpretados como un mensaje de preparación bélica.
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Estratégicamente, la incursión evidenció una asimetría de costos entre ambos bloques: drones Geran —baratos, de madera y espuma, como los que ingresaron en Polonia— obligaron a la OTAN a respuestas que cuestan decenas o incluso cientos de millones de dólares. Políticamente, analistas ven una secuencia de pasos graduales del Kremlin destinados a poner a prueba la unidad aliada sin activar el Artículo 5, que establece que un ataque contra un miembro se considera un ataque contra todos.