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¿Y la austeridad? 176 empleados al servicio de Hugo Aguilar México inicia oficialmente consultas y evaluación del T-MEC 

Inmerso en un acelerado proceso de regresión democrática,  alentado desde los más altos niveles del Gobierno federal y su partido, México en el marco de los festejos conmemorativos del 215 aniversario de su independencia no está bien hoy ni lo estará en el corto plazo.

Y no, porque ni la creciente y tolerada corrupción de políticos y autoridades de todos los niveles tiene visos de revertirse, ni el deterioro de la condiciones de vida de las familias es previsible mejore pronto -cuando no sea por las “dádivas” (electoreras) del Gobierno”-, la incontenible presencia y control de las bandas del crimen organizado en zonas cada vez más amplias del territorio que alienta versiones sobre un narcoestado sea enfrentada, ni el deterioro e inexistencia de servicios básicos -salud y educación de forma notable- otorgados a la ciudadanía y más, impiden ver con optimismo el futuro de nuestro país.

Es en este marco precisamente, que llama la atención la decisión de la jerarquía católica de levantar la voz para advertir sobre la urgente necesidad de que se entienda que el (ahora tan socorrido) grito de ¡Viva México!, más que un grito de fiesta debe ser una profunda oración a Dios y a  Santa María de Guadalupe en abierta solicitud por “los niños, para que se respete su derecho a la vida y se les ofrezcan condiciones dignas de desarrollo, que no (se) ensombrezca su inocencia con ideologías que confunden su corazón”, por “los jóvenes (para) que se les garanticen oportunidades para desarrollar sus sueños con equidad y justicia; que se (les) rescate de las garras de la droga y la violencia…”.

Especial mención dedica el mensaje episcopal “a las mujeres, para que sepamos brindarles espacios seguros de respeto y equidad, que se respete su maternidad y su insustituible capacidad de educar a los hijos, para que se les ofrezcan oportunidades de desarrollo y superación” y finalmente, también “a las familias para que cada una de ellas descubra su vocación a ser escuela de vida, de respeto y amor, que vivan libres de violencia y se conviertan en promotoras de paz”.

Y por si lo anterior no fuera suficientemente claro, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), que preside el titular de Cuernavaca,   Ramón Castro Castro, concluye con la exigencia de que la proclama de ¡Viva México! sea ahora “una oración que brota del corazón al ver a México herido, desangrado por la violencia, confundido por las ideologías y amenazado en sus instituciones”.

Así o más claro…

Veámonos el próximo miércoles con otro asunto De Esencia Política

 

      @EnriqueAranda_P

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