A los priismos reformados, excluidos, derrotados, tan recientemente adheridos a Morena como hace siete años o hace uno, o simplemente refugiados o escondidos en los gobiernos federal y de la capital nacional después del cambio de régimen iniciado en el 2018, debe recordárseles la sacudida del 19 de septiembre de 1985.
Muchos de ellos nacieron en aquella década. Ese año es origen de dos fracturas simultáneas: la de edificios y la del sistema político. El terremoto derrumbó miles de viviendas y desmoronó la legitimidad del Estado encabezado entonces por Miguel de la Madrid a quien Harvard no le dotó, ni podía, de carácter ni asertividad.
Mientras la ciudadanía se organizaba para el rescate, alimentación y cuidado, el gobierno era aplastado por su propia parálisis y distancia. Con excepciones como la de Manuel Camacho y su alumno más brillante, Marcelo Ebrard. Y algunos otros.
La confianza en el régimen comenzó a ceder. El PRI empezó a caer no solamente en las urnas, sino en las calles devastadas del entonces Distrito Federal.
La tragedia ocurrió en un México gobernado por un régimen centralista y distante. De la Madrid reaccionó con frialdad técnica, como si el temblor fuese un problema administrativo y una catástrofe de escritorio. El vacío fue llenado por la sociedad civil. Brigadas improvisadas cavaban con las manos, transportaban agua, organizaban acopio en colonias como la Roma, Doctores o Tlatelolco. Me tocó entonces la cobertura nocturna de toda la tragedia para el novísimo IMER.
El PRI fue barrido poco a poco. En 1988 el sistema priista enfrentó la elección más cuestionada de su historia y selló la fractura entre el poder y los ciudadanos. En 1997, la Ciudad de México eligió por primera vez a un Jefe de Gobierno: Cuauhtémoc Cárdenas con lo cual la izquierda no ha dejado de gobernar incluso con las hibridaciones y pausas como la del sexenio de Miguel Ángel Mancera.
Surgieron nuevas instituciones: 1986 la Dirección General de Protección Civil; en 1988 el Sistema Nacional de Protección Civil y el Centro Nacional de Prevención de Desastres, pieza clave para estudiar la sismicidad y fortalecer el alertamiento temprano. En 2005, nació el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano y hace diez, en la Ciudad de México, comenzó la difusión de la alerta desde el C5, actualmente con más de 27 mil altavoces.
Fortalecido por la ahora presidenta Claudia Sheinbaum, el C5 es el punto de operación ante un posible temblor de magnitudes similares a las del 85 o 2017. Durante el simulacro de este viernes, en la sala de crisis la Jefa de Gobierno de la capital nacional, Clara Brugada, coordinará las acciones frente a la lección histórica: la seguridad es una tarea colectiva, resultado de una combinación de ciencia, gobierno y ciudadanía.
El sismo de 1985 mostró una doble fragilidad: la de los edificios y la del régimen priista en contraste con la proximidad y territorialidad distintiva de Sheinbaum y Brugada.
@guerrerochipres