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Para cuando escribo esto, Alicia Matías, una mujer de 49 años, había fallecido por quemaduras en 90 por ciento de su cuerpo. Su nieta, Azuleth estaba grave debido a quemaduras de tercer grado, pero estable en uno de los hospitales de la Ciudad de México.

Las dos son parte de las víctimas de la explosión de una pipa de gas en el puente de La Concordia, en la alcaldía Iztapalapa. Alicia destacó entre todas las víctimas por su historia, sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en 90 por ciento de su cuerpo después de que lo usara como escudo de protección para su nieta.

A pesar de las heridas, caminó un buen tramo con la niña en brazos hasta que encontró a un policía que la ayudó a llegar a la atención médica y, ojalá, eso signifique que le salvó la vida. Ninguna de las dos tiene acceso a seguridad social o algún tipo de seguro médico.

Azuleth estaba con su abuela al momento de la explosión, porque la acompañaba todos los días a trabajar. Estaba un jornada completa en medio de camiones y combis, donde Alicia trabajaba como checadora. Antes de ello era vendedora de dulces en el mismo paradero al que iba todos los días.

La abuela estaba en un trabajo informal, pero flexible que le daba la oportunidad de estar con ella mientras su mamá iba a un trabajo que no le permitía tener horarios flexibles o un acceso a una guardería.

Esa es la otra tragedia. Azuleth estaba ahí porque no parecían tener más opciones.

Las tres mujeres son una muestra de que prácticamente todas las labores de cuidado recaen en las mujeres y una buena parte del sistema de guarderías y sistemas de cuidado no llegan a quienes más lo necesitan.

Las mujeres tienen que improvisar, en su mayoría los niños pequeños son cuidados por su madre y cuando ella no puede, quienes ocupan ese lugar en su mayoría son las abuelas.

Según la encuesta nacional para el sistema de cuidados hecha por el Inegi, en 2022 (la primera hecha específicamente para saber quién lleva a cabo labores de cuidado), casi 94 por ciento de los cuidados de los niños pequeños recae en mujeres. El 75 por ciento de cualquier tipo de cuidado a las personas que lo necesitan, lo llevan a cabo ellas.

En este caso, la familia tuvo que elegir quién llevaba a cabo las acciones de cuidado. Debido a la informalidad y la flexibilidad del trabajo de Alicia fue ella quien se quedó al cuidado de su nieta.

De una forma extrema y trágica, el caso de ambas es una muestra de las decisiones que tiene que tomar una familia debido a las carencias en la estructura de los sistemas de cuidado. Si bien es un tema que se ha discutido y que los gobiernos tanto federal como de Ciudad de México lo han planteado como una de las prioridades a atender, la realidad es que su resolución urge.

Aliviar la carga de cuidados y mejorar el sistema de cuidados parece solo un peldaño para una larga escalera que hay que resolver para equilibrar las oportunidades.

 

   @Micmoya

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