El presidente Donald Trump instó a sus seguidores a mantener la calma luego del asesinato del activista conservador Charlie Kirk, ocurrido el miércoles durante un acto en la Utah Valley University, en Orem. “Él abogaba contra la violencia. De esa manera quiero que la gente responda”, declaró el mandatario, quien en un inicio había responsabilizado a la izquierda, pero un día después se mostró más prudente.
Trump, que prometió conceder a Kirk la Medalla Presidencial de la Libertad a título póstumo, lo calificó de “mártir” y aseguró que la nación vive “un día oscuro”.
Investigación en curso
Las autoridades estadounidenses mantienen un amplio operativo para localizar al responsable, que continúa prófugo. El FBI difundió imágenes borrosas de un sospechoso y ofrece una recompensa de 100 mil dólares.
Un rifle de alta potencia, presuntamente utilizado en el ataque, fue hallado en un área boscosa cercana. Los investigadores confirmaron que el disparo se realizó desde un techo, a casi 200 metros de distancia, y que las municiones presentan inscripciones que aún no han sido reveladas.
El crimen ha sido calificado como un “ataque selectivo” y se suma a una serie de hechos violentos con motivaciones políticas recientes en Estados Unidos, entre ellos los atentados fallidos contra el propio Trump en 2024 y el asesinato de la congresista demócrata Melissa Hortman.
La figura de Kirk
Con apenas 31 años, Kirk era uno de los principales aliados del presidente y un rostro influyente entre el electorado joven republicano. Cofundador de Turning Point USA en 2012, cultivó una audiencia masiva en redes sociales y se convirtió en un frecuente orador en universidades.
Sus posturas eran provocadoras y a menudo polarizantes. Defendía abiertamente el derecho a portar armas, incluso admitiendo que “vale la pena pagar el precio de algunas muertes por arma de fuego” para preservar la Segunda Enmienda. También calificaba el fenómeno transgénero como “un insulto a Dios” y llegó a afirmar que Kamala Harris fue electa vicepresidenta “por ser una mujer negra”.
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En otro de sus comentarios más controvertidos, rechazó la idea de permitir un aborto aun en caso de violación de su propia hija.
El asesinato generó un inusual consenso político: tanto demócratas como republicanos expresaron su condena. Sin embargo, en redes sociales proliferaron teorías conspirativas y mensajes incendiarios. Figuras mediáticas conservadoras, como Jesse Watters, aseguraron que “ellos están en guerra contra nosotros”, alimentando la narrativa de confrontación.
Advertencia sobre las visas
El impacto del caso trascendió el ámbito interno. Christopher Landau, subsecretario de Estado, advirtió que se revocarán visas a extranjeros que en internet celebren o justifiquen el crimen. “Los extranjeros que glorifican la violencia y el odio no son visitantes bienvenidos en nuestro país”, escribió en X. El funcionario pidió a los usuarios reportar publicaciones y aseguró que el Departamento de Estado evaluará
caso por caso.
La medida se inscribe en la política más amplia del gobierno de Trump de endurecer los controles migratorios y limitar el ingreso de personas consideradas como “riesgo ideológico”.
Un símbolo en disputa
Padre de dos hijos, ferviente cristiano y defensor de valores conservadores, Kirk se había erigido en un símbolo del movimiento juvenil republicano. “Él verdaderamente cambió el clima político en los campus estadounidenses”, recordó Dave Sanchez, testigo del acto en el que fue abatido.
Su muerte, en un país marcado por la violencia política, abre nuevas interrogantes sobre los límites de la polarización y el uso del crimen como catalizador de medidas políticas. Mientras tanto, Trump busca mantener el control del discurso, en un delicado equilibrio entre honrar a su aliado y evitar que el enojo se traduzca en nuevas explosiones de violencia.