Las horas avanzan y los testimonios, historias, vídeos o declaraciones sobre la tragedia por la explosión de una pipa en Puente de la Concordia, Iztapalapa, surgen a borbotones. Todos quieren decir algo, lo que vivieron, percibieron o lamentaron; muchos coinciden: “El sonido de las explosiones, las súplicas de ayuda de los heridos y el calor, fueron terroríficas”.
La llamada zona cero amaneció el jueves con cinco veladoras encendidas, colocadas por los vecinos, para pedir por la paz eterna de quienes perecieron.
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Una tragedia que enluta a Iztapalapa
En los hospitales de la calzada Ignacio Zaragoza, Los Reyes la Paz o Magdalena de las Salinas, algunos de los 19 donde están las víctimas, los familiares no ocultaron su preocupación, pidieron información de sus seres queridos, la cual fue escasa. Personas solidarias les llevaron agua o alimentos para la espera.
Las quejas contra las autoridades son constantes, no hay datos precisos sobre los reportes de salud en los nosocomios y la incertidumbre impera.
En las redes sociales se detonaron las historias y se hacieron virales, los internautas reconocen y se solidarizan con quienes vivieron la tragedia. Tal es el caso de la abuela Alicia Matías, la mujer de 49 años que protegió con su cuerpo a su nieta y sufrió quemaduras en el 90 por ciento de su cuerpo.
Su estado de salud es grave, está en el Centro Médico Siglo XXI, la información oficial sobre su situación se desconoce; sin embargo, es reconocida como una heroína.
Lo mismo ocurre con el policía Alberto Paredes, quien cumplió la última petición de un hombre que la marea de fuego lo atrapó en un camión. La víctima pidió al uniformado llamar a sus familiares y quedarse con su identificación, para no morir como desconocido.
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Los casos siguieron, la FES Cuautitlán de la UNAM emitió una esquela que lamentaba la muerte de su alumna Ana Daniela Barragán, a quien reportaron como desaparecida. Amigos y familiares expresaron su pesar.
Alumnos, profesores y familiares del maestro Eduardo Noé García Morales, colocaron un moño negro en la preparatoria Quetzales 327 de Los Reyes la Paz, en el Estado de México, donde daba clases.