El humo cubrió Katmandú tras el incendio del Parlamento nepalí, un acto desesperado de cientos de jóvenes que, frente a la precariedad y la corrupción, irrumpieron en el recinto. La violencia escaló pese a la dimisión del primer ministro Sharma Oli, cuya renuncia no bastó para detener la rabia acumulada.
Las manifestaciones comenzaron el lunes contra el bloqueo de redes sociales y la corrupción gubernamental. La represión dejó al menos 19 muertos por balas policiales, según Amnistía Internacional. El martes, desafiando el toque de queda, grupos de jóvenes volvieron a salir a las calles, atacaron edificios públicos y hasta incendiaron la residencia del primer ministro de 73 años.
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“Cientos de personas penetraron en el recinto del Parlamento y prendieron fuego al edificio principal”, confirmó un portavoz de la Cámara. Videos difundidos en redes sociales mostraron las llamas envolviendo el corazón político de Katmandú. Un manifestante, Sudan Gurung, celebró: “El Gobierno ha caído, los jóvenes han ganado y tomado el control del país. El futuro es nuestro”.
AFP |
Las imágenes muestran a hombres jóvenes ondeando la bandera nacional mientras huían de los cañones de agua. Algunos incluso se apoderaron de armas de policías en el complejo gubernamental. La magnitud del descontento refleja la frustración de una población joven que representa el 43% de los 30 millones de habitantes del país, en medio de un desempleo cercano al 10% y un PIB per cápita de apenas mil 447 dólares, de acuerdo con el Banco Mundial.
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El presidente Ramchandra Paudel pidió calma y diálogo. Naciones Unidas se dijo “consternada” por la escalada y recordó que las voces juveniles deben ser escuchadas. Sin embargo, la violencia mostró el choque entre una generación sin futuro visible y un Estado incapaz de responder más allá de la represión.