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Hay un sector no desdeñable del sector comentócrata que escribe y habla como si México fuera, todavía, una democracia, e insiste en que deberíamos, todos, comportarnos de modo civilizado, sin polarizar, privilegiando el diálogo respetuoso, sin tirar chingadazos en el Senado ni descalificar al contrario.

“Oigan: muy mal lo que hacen. Mejor platiquen”, viene a decir este sector de la opinión en medios y redes, sin miedo a caer en uno de dos lugares, cada uno menos deseable que el otro y desde luego no excluyentes: o la obviedad, o la ingenuidad más categórica. Hombre, colegas, sí. En general, platicar y llegar a acuerdos suele ser una buena idea. Una idea deseable. Una noble aspiración. Y sí, para que dos platiquen, ambos tienen que estar dispuestos a no ser groseros, respetar al otro y escucharlo, por el bien de las mayorías. Sin embargo, eso aplica a un país que cumpla con un requisito: un escenario de libertades del que ya no disfrutamos.

Los colegas pasan por alto dos o tres cosas más bien evidentes. La primera, hay que subrayarlo, es que estamos, ya, bajo un régimen autoritario, concretamente un régimen populista y de izquierdas, responsable de haber empezado las hostilidades con descalificaciones y calumnias, un poco a causa de que su motor es el resentimiento, y un mucho porque es una estrategia comprobadamente eficaz. Para eso eran las Mañaneras, sobra decirlo. A la hora de llamar a la concordia, los colegas deberían al menos recordar este detalle.

Como deberían entender lo que no entienden, o así lo dejan ver sus planteamientos: que no estamos ante un pleito parejo. Esos llamados al buen rollo dan la impresión de que estamos ante una pelea entre dos pesos completos. No lo estamos, por Dios. Hay muchos kilos de diferencia.

De un lado está un movimiento que tiene la mayoría en las cámaras, un alto porcentaje de las gubernaturas, al INE, al Tribunal Electoral, a los jueces, a la Suprema Corte y la presidencia, con el dinero que eso implica, sin mencionar a la fuerza pública. Del otro lado, una oposición reducida a casi nada en la que unos cuantos, a veces por valentía y a veces no está claro por qué, levantan la voz, con estridencia, sí, y hasta con megáfonos, como el PRI.

Bien hecho. Al margen de la violencia física, reprobable, y de lo eficaz o no de sus estrategias, lo que hacen es lo debido: resistir como pueden. Si quieren, a ese ejercicio lo llamamos “polarizar”. Bueno, pues que viva la polarización. Esa polarización. No todas son iguales.

 

     @juliopatan09

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