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Cuando fue director por un año de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en 1974, el político texano George Bush Sr. se dedicó a contratar a políticos profesionales latinoamericanos como agentes de la CIA para expandir los tentáculos de la seguridad nacional estadounidense. Uno de los cooptados fue nada menos que el entonces jefe del Ejército y hombre fuerte de Panamá, el general Manuel Antonio Noriega.

En diciembre de 1989, el entonces presidente George Bush Sr. autorizó un operativo de invasión militar a Panamá con el propósito estricto de arrestar al general Noriega y llevárselo a juzgar a Estados Unidos bajo acusaciones de promover el narcotráfico, pero desde luego que con la intención de que Washington volviera a tener el control de la zona estratégica del canal.

Noriega fue juzgado, sentenciado, encarcelado y murió en prisión estadounidense. Panamá entró en una zona de inestabilidad política, pero sin permitir que el canal fuera utilizado por los adversarios ideológicos de EU.

Nicolás Maduro no es una hechura política o estratégica de Estados Unidos, pero se ha convertido en una posición interesada en Washington porque Caracas ha querido ser, sin éxito, el centro de la revolución del socialismo del siglo XXI que inició Hugo Chávez, pero que nunca pudo ser, aunque fuese mínimamente, lo que en Cuba desarrolló en los 60 como promotor de la guerrilla latinoamericana.

Estados Unidos ve a Venezuela como una puerta de entrada de China, Rusia, Corea del Norte, India e Irak, pero la falta de una formación política e ideológica de Maduro ha impedido que el país sudamericano pueda ser tomado en serio en sus intenciones de construir una Revolución Bolivariana.

En todo caso, Venezuela se ha convertido en una pieza importante para que Estados Unidos opere en su seguridad nacional y manda el mensaje a la región de que Trump ha revalidado la Doctrina Monroe de que el continente americano es para los americanos, con EU sus intereses por delante.

 

Zona Zero

Una muy interesante batalla política se está dando en el escenario de la negociación del Acuerdo de Seguridad México-EU en torno al papel central que Washington le ha otorgado al área, sobre todo desde que el presidente Trump impuso al frente a un exagente incondicional a sus propósitos, pero en México la DEA tiene una carga emocional negativa. La semana pasada se dio un intercambio brusco de declaraciones entre la DEA y Palacio Nacional, pero hay versiones de que habría ya un arreglo con borrón y cuenta nueva.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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@carlosramirezh

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