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Por: Eusebio Ruiz Ruiz.

Abundan los predicadores del conformismo, del odio, de la muerte, de la ignorancia  y de la mentira, imposible quedarse en silencio.

Vivimos tiempos en que si el trapeador se “siente” escoba, cree tener la autoridad suficiente para exigir ser tratado como escoba, esto es un ejemplo y una señal muy clara de que se pisa fuera de la realidad.

Si se pisa en falso, se tambalea, puede venir la caída. No se puede ser indiferente porque terminaremos aplastados.

Desde el interior brota el deber de decir lo que no nos parece, que el lector agregue más, aquí está mi lista:

El saber se vuelve un instrumento para estrangular a otros, agréguele que a muchos no les  interesa instruirse, prefieren vivir en la ignorancia.

La ideología está por encima de la ciencia.

Una “educación” que no tiene como objetivo educar, sino crear y domesticar borregos.

La escuela está desvalorizada.

Para muchísimos es imposible tomar un libro, abrirlo y leerlo.

La facultad intelectual de la memoria está desvalorizada en el ambiente académico.

Llegar al acto académico, ser nombrado, ser aplaudido, recibir la documentación y no haberse presentado en todo el ciclo escolar, es realidad, no exageración.

La política descansa en paz porque el ciudadano es ajeno al bien común.

Políticos interesados en hacer pensar que la pobreza es buena y la riqueza es mala, como si la mayoría de los mexicanos no supiéramos lo que es la pobreza.

Mantener contenta a la gente con unos cuantos pesos en el bolsillo, dinero que impide ver todo lo que se está perdiendo.

Se aplaude y se adula al político corrompido, las alabanzas le saben a miel.

Se predica la austeridad para que los políticos predicadores puedan engordar.

El político que se va de viaje, se gasta en el hospedaje de un día lo equivalente al salario mínimo mensual.

Se amordaza al que habla con la verdad, se le castiga.

Al capricho de un gobernante se le llama decreto y además se le impone a todo un país.

A la crítica constructiva se le llama crimen o traición.

Hay un numeroso grupo de legisladores sin uso de criterio, solo obedecen.

Intentar hacer creer que somos el país más democrático del mundo solo por unas elecciones fallidas que tuvimos. Elecciones como sinónimo de mentira a nivel mundial.

La mentira importa más que la verdad, por eso tuvimos al que decía más de 100 mentiras por mañanera, las mañaneras fueron 1,450.

Un país desmantelado, destruyendo lo que impida un poder absoluto.

Un Estado de Derecho que solo existe en teoría.

El alto político soberbio que humilla al ciudadano común, aprovechando su cargo y su poder para exigir disculpas públicas.

La indiferencia política de muchos es la causa de los abusos políticos de otros.

Gobierno tuerto, que solo puede ver con el ojo izquierdo.

Un sistema de salud que ya no sana.

División en lugar de unidad, comprensión y negociación.

Un montón de fuerzas armadas alternas al de la comandante suprema.

Matar, matar y matar; torturar, torturar y torturar; es tan normal, tan cotidiano, al fin que se quema y se descuartiza hasta al que no ha nacido.

Ideas que envenenan el lenguaje.

El lenguaje vulgar e ideológico insertado en la canción, en el discurso, en la radio, en la televisión,  en las redes sociales, en la escuela y hasta en el púlpito del templo.

Deterioro del diálogo y el debate, hasta convertirlos en insultos y agresiones de todo tipo.

Valorización de las palabras torpes y desvalorización de las palabras conscientes.

Comportamientos indecorosos que son valorados, reconocidos y aplaudidos.

Se predica el odio para que la persona no acepte ni su propio cuerpo.

Enfermos de todo por no respetar el cuerpo.

Cosificación de las personas.

Padres de familia enviando a sus hijos a vender droga, porque son los que pueden pasar desapercibidos ante las narices de la autoridad.

Personas embrutecidas por la droga.

Las trivialidades son el centro de las pláticas.

Todo mundo conoce el chisme del famoso e idolatran al personaje, nadie sabe del triunfo en alguna área del conocimiento científico.

Bailar, cantar sin darse cuenta de lo que se baila y se canta.

Vivir sin ningún sentido.

Informados de todo con las redes sociales, sin ni siquiera cuestionar si es verdad o mentira, totalmente pasivos ante la pantallita.

La vida se va escapando ante la pantalla de un celular, hay quienes ya no platican sus vivencias, no las tienen, únicamente cuentan lo que ven en el aparatito.

Opinar en las redes sociales con el único objetivo de insultar.

Duros de corazón, indiferentes ante el que sufre, deseando el mal al que ya está en el suelo, inteligencias nubladas, todo esto reflejado en las redes sociales.

Ideas que destruyen a matrimonios y familias.

Mascotas tratados como si fueron seres humanos y  humanos tratados como si fueran mascotas: Perros y gatos en carriolas o entre los brazos; niños amarrados y jalados con las correas.

Carentes de inteligencia hasta para acomodar la basura en el lugar indicado.

No hay educación para colocar una bolsita de alimento chatarra en el cesto de basura, la debilidad es tanta que no se puede cargar una pequeña bolsa vacía.

El aniquilamiento de lo divino, se desplaza a Dios, se le deja “morir” en la vida personal, familiar y social.

No mirar todo lo anterior, hacerme como que no lo miro, no tomarlo en cuenta, es indiferencia.

La indiferencia es muy peligrosa, como no importa lo que sucede, permite el avance  de lo que puede dañar a todos, se abren las puertas al mal y quedamos aplastados por no actuar a tiempo.

Aunque los problemas que vivimos en la sociedad no nos afecten directamente (si es que esto se puede decir todavía), nadie debe permanecer callado, como si nada pasara, sin intentar ver lo que sucede, como si nunca nos fuera a tocar, nuestro silencio, ceguedad y cobardía nos hacen cómplices al permitir que el mal prospere.

Un hecho, una parábola y un poema le comparto al lector para que tomemos conciencia de que no se vale estar con la idea de que mientras no me toque la de malas, los infortunios ajenos no me importan.

En una parte de la obra “Generación Líquida”, el sociólogo Zygmunt Bauman y el periodista Thomas Leoncini conversan sobre Kitty Genovese, una mujer de Nueva York que murió apuñalada en 1964, treinta y siete personas habían presenciado el asesinato sin llamar a la policía, sin hacer nada, a pesar de los gritos de la víctima.

La indiferencia de 37 personas provocó consecuencias lamentables.

Recordemos brevemente la parábola del buen samaritano:

Un hombre cayó en manos de malhechores, le robaron, lo golpearon, lo dejaron medio muerto y se fueron. Dos líderes importantes pasaron, lo vieron y le sacaron la vuelta. Pasó el samaritano, por problemas ancestrales no la llevaba bien con el judío golpeado, sin embargo, se compadeció de él, lo curó, lo llevó a un lugar seguro, lo cuidó, se lo encargó a otra persona y pagó por los cuidados.

El interés del samaritano por el hombre golpeado impidió una desgracia mayor.

Sigue el poema, algunos se lo atribuyen al escritor Bertolt Brecht y otros al pastor protestante Martin Niemöller.

«Primero se llevaron a los negros,

pero no me importó,

porque yo no era negro.

Un día vinieron y se llevaron a mi vecino que era judío,

pero no me importó,

porque yo no era judío.

Luego se llevaron a los comunistas,

pero a mí no me importó,

porque yo no lo era.

Enseguida se llevaron a unos obreros,

pero a mí no me importó,

porque yo tampoco lo era.

Después detuvieron a los sindicalistas,

pero a mí no me importó,

porque yo no soy sindicalista.

Luego apresaron a unos curas,

pero como yo no soy religioso,

tampoco me importó.

Ahora me llevan a mí,

pero ya es demasiado tarde.»

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