Proliferan franeleros, merolicos, comerciantes ambulantes en las inmediaciones de la Basílica de Guadalupe.
Por Juan R. Hernández
GRUPO CANTÓN
Ciudad de México.- La Basílica de Guadalupe, uno de los santuarios marianos más visitados del mundo, recibe cada año a más de 20 millones de peregrinos y turistas, atraídos por la devoción a la Virgen Morena del Tepeyac. Sin embargo, las inmediaciones del recinto se han convertido en un terreno fértil para estafas, abusos y riesgos, principalmente los fines de semana, que empañan la experiencia de fe.
En las calles aledañas, durante un recorrido realizado por Diario Basta, se pudo constatar que vendedores ambulantes ofrecen rosarios, medallas de San Benito y pulseras de “visita a la villa” a precios aparentemente bajos, pero terminan en cobros excesivos. Muchos visitantes denuncian que reciben objetos sin solicitarlos y, ante la presión, terminan pagando hasta 250 pesos por artículos que no pidieron.
Otro fraude común son los fotógrafos improvisados que atraen a los turistas con la promesa de una imagen junto a la Virgen. Tras tomar varias fotos -sin previo aviso-, exigen entre 100 y 600 pesos, aprovechándose del desconocimiento de los visitantes.
También abundan merolicos que ofrecen curas milagrosas o soluciones a problemas de amor y empleo, así como franeleros, quienes portan un gafete con una “E”, que andan a la caza de incautos, a quienes les dicen que ya no hay lugar y los llevan a sus lugares apartados en donde elevan las tarifas hasta 400 pesos, sin responsabilidad alguna sobre el vehículo.
Otro riesgo son los carteristas que actúan con especial facilidad durante los tumultos en fechas masivas, mientras que los precios de alimentos y sanitarios se disparan: comidas que inicialmente cuestan 80 pesos pueden llegar a 300 tras “cargos extra”, y el uso de sanitarios alcanza hasta 10 pesos.
Visitantes frecuentes señalan que la falta de autoridad y las dificultades para presentar denuncias favorecen la impunidad. “Cuando detienen a alguien, nadie quiere perder el día en un trámite interminable”, lamentó una peregrina entrevistada.
Aunque dentro de la Basílica los precios están regulados —llaveros en 70 pesos y cuadros de la Virgen desde 150 pesos—, en las calles circundantes predomina el descontrol. Las autoridades locales han sido criticadas por no reforzar la vigilancia ni implementar operativos permanentes para proteger a los millones de creyentes que llegan cada diciembre.
Así, la fe y la devoción conviven con la oportunidad para carteristas, estafadores y abusivos que ven en los peregrinos una presa fácil, especialmente en la temporada del 12 de diciembre. La fe y devoción conviven con la oportunidad para las personas abusivos.
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