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Redacción

Con un acto multitudinario en el Zócalo capitalino, la presidenta Claudia Sheinbaum encabezó una ceremonia para conmemorar los 700 años de la fundación de México-Tenochtitlan. El evento integró un despliegue escénico, discursos oficiales y una narrativa centrada en la reivindicación indígena como base identitaria del país.

A pesar de que ya se había realizado una conmemoración similar en 2021, cuando Sheinbaum era jefa de gobierno y Andrés Manuel López Obrador estaba al frente del Ejecutivo federal, la administración actual organizó una nueva edición de este homenaje, retomando la narrativa de orgullo histórico y justicia para los pueblos originarios.

La fecha volvió a abrir el debate sobre el año de fundación de la antigua ciudad mexica. Mientras que la historiografía establece que Tenochtitlan fue fundada en 1325, la Cuarta Transformación ha insistido en conmemorar la fecha en 1321 para hacerla coincidir simbólicamente con la caída del imperio mexica en 1521 y la independencia en 1821.

Desde un templete instalado frente a la Catedral Metropolitana, Sheinbaum dirigió un discurso que centró el mensaje en la deuda histórica con los pueblos originarios, así como en la dimensión cultural del proyecto político que representa su gobierno. A su alrededor se encontraban miembros de su gabinete, su esposo Jesús María Tarriba y Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado.

La ceremonia incluyó una representación escénica de la fundación de Tenochtitlan, protagonizada por actores y danzantes formados en las Utopías y Pilares de la Ciudad de México, espacios impulsados por la jefa de Gobierno, Clara Brugada. La obra culminó con la entrega simbólica de un bastón de mando a Sheinbaum, en un gesto de continuidad con la tradición indígena.

Brugada aprovechó su intervención para destacar el valor del legado mexica, anunciar la próxima exhibición del Teocalli en el Zócalo, y rendir homenaje a deidades femeninas como Coatlicue y Coyolxauhqui. La narrativa general del evento giró en torno a la resistencia histórica, la memoria colectiva y el reconocimiento de las raíces indígenas como pilares de la nación.

La jornada estuvo acompañada de danzas, música en vivo y una puesta en escena que buscó conectar con la espiritualidad y simbología del pasado mexica. Con este acto, el gobierno federal reforzó el vínculo entre historia, identidad y política, en un momento clave del arranque del nuevo sexenio.

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