En la última década, el centro histórico de Puebla ha perdido cerca de 60 por ciento de sus negocios tradicionales, denunció José Juan Ayala Vázquez, representante de los comerciantes establecidos. “Puebla ha dejado de ser Puebla”.
En entrevista con este medio, el líder de los comerciantes formales señaló que la gentrificación en la zona ha provocado un alza desmedida en las rentas, la llegada masiva de franquicias extranjeras y la ausencia de políticas públicas que protejan la identidad comercial de la ciudad.
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“Hoy, en la calle 5 de Mayo, entre Reforma y la 18 Poniente, no hay más de cinco negocios atendidos por sus propios dueños. Todo lo demás son franquicias o cadenas nacionales e internacionales”, afirma Ayala Vázquez.
Según el dirigente, la transformación del centro histórico ha sido innegable y acelerada. Donde antes había papelerías, dulcerías centenarias o zapaterías artesanales, hoy predominan tiendas de conveniencia, negocios chinos y cadenas de comida rápida.
“Es una pena que, actualmente, la terraza con la mejor vista de la ciudad pertenezca a una cadena de hamburguesas estadounidense”, lamenta.
EL ENCARECIMIENTO QUE DESPLAZÓ AL COMERCIO LOCAL
La llegada de inversiones foráneas ha alterado por completo el mercado inmobiliario comercial del centro. Mientras hace algunos años se podía rentar un local por 5 mil pesos mensuales, hoy existen espacios —como en el corredor 5 de Mayo— que superan los 350 mil pesos mensuales.
“Es imposible que un negocio familiar sobreviva en esas condiciones. Por eso han cerrado tantos. Los pequeños comerciantes han sido desplazados a las orillas del centro histórico o han tenido que cerrar definitivamente”, explica Ayala.
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A esto se suma el cambio en el perfil de los visitantes a la zona. Según el líder comerciante, actualmente 70 por ciento del flujo es comercial y 30 por ciento es turístico, pero anticipa que esta relación podría invertirse en los próximos años.
“El turismo ha crecido, pero el comercio mayorista que daba fuerza al centro ya no existe. Calculamos que se ha perdido 80 por ciento de esos clientes. Sabemos que la evolución es necesaria, pero cuando, pese al esfuerzo, los negocios locales no logran adaptarse y la gente prefiere lo ajeno a lo tradicional, es como si Puebla dejara de ser Puebla”, expresa con nostalgia.
SIN RESPALDO INSTITUCIONAL
Pese a la situación crítica, Ayala asegura que, aunque ha habido acercamientos con las autoridades municipales, la falta de continuidad en los planes de desarrollo ha perjudicado a los comerciantes.
“No hay proyectos a largo plazo. Cada tres o seis años todo se reinventa, y eso no da certeza a nadie”, señala.
Tras el sismo de 2017 y la pandemia, recuerda que se lanzó la campaña “Mucho ayuda el que nos visita”, pero considera que se quedó corta.
“Lo que debimos hacer era mostrar Puebla desde dentro: caminar por los portales, visitar la Biblioteca Palafoxiana, la Catedral. Eso enamora al visitante, no una frase que no invita a recorrer ni a consumir lo hecho de manera artesanal”, apunta.
Ayala Vázquez aclara que la competencia no es negativa, pero denuncia que la deslealtad comercial de algunos nuevos negocios ha afectado a los pequeños comerciantes, quienes no pueden competir ni en precios, ni en horarios, ni en servicios.
“La competencia te obliga a mejorar o desaparecer. Y muchos han desaparecido”, lamenta.
De cara al futuro, Ayala considera que la única vía viable para revitalizar el centro histórico es apostar al turismo, pero sin perder la esencia local. “El comercio ya tocó techo, pero el turismo aún tiene margen de crecimiento, siempre que se conserve lo que hace única a Puebla”, concluye.