Por Ricardo Sevilla
Javier “el Chicharito” Hernández la calabaceó. No hay otra forma de decirlo.
Sus lamentables expresiones machistas y su actitud burda y misógina ha hecho que lo tundan en las redes sociales y en los programas deportivos.
Y con razón. El cretinismo de este sujeto es proverbial.
Sospecho que el Chicharito” no revisó la tasa de feminicidios en México. Por eso, con una simplonería deleznable, ha salido a decirle a las mujeres que “no tengan miedo de ser lideradas por un hombre”.
Su video contiene cualquier cantidad de estupideces.
¿En qué cloaca tiene metida la cabeza este sujeto?
Yo me pregunto: ¿este mequetrefe no tiene sentido común? ¿No tiene asesores que lo aconsejen y le digan que no salga a vomitar estulticias?
Si hubiera habido una persona sensata en su equipo, le hubieran informado que la violencia contra la mujer, en México y en todo el mundo, es enorme.
Javier Hernández, que desde hace tiempo tomó la actitud de un filósofo borracho y desatinado, no tiene idea de que la violencia familiar, el acoso y el hostigamiento sexual, siguen siendo alarmantemente altas.
Y, justo por eso, sus palabras han detonado una serie de reacciones que van más allá del ámbito deportivo.
Y es que el caso “Chicharito” debería hacer que analicemos con lupa el machismo rampante que todavía anida y se perpetúa en ciertos ámbitos de la sociedad mexicana.
Y uno de esos lugares, lamentablemente, es el fútbol.
Todo mundo sabe que, como deporte de masas, el futbol ha sido un espacio donde, históricamente, se han reforzado ciertos roles de género masculinos, asociados a la fuerza, la competencia y, en ocasiones, a una visión hegemónica de la masculinidad.
Y ojalá Javier analizara bien su comportamiento y saliera a ofrecer una disculpa pública.
Por lo pronto, su equipo, el Guadalajara, y sus patrocinadores ya le dieron la espalda. Y la presidenta Claudia Sheinbaum ha dicho que “el Chicharito” es muy buen futbolista, pero sobre las mujeres todavía tiene mucho que aprender. ¡Y sí! ¡Mucho!
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