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La última andanada de críticas del presidente Donald Trump y del embajador Ronald Johnson contra México, el miércoles, dejó ver que en Palacio Nacional no han entendido o no quieren entender la lógica del sistema judicial americano.

En el momento en el que Ovidio Guzmán López se declaró culpable de todas las acusaciones que le endilgó la Fiscalía de Estados Unidos -incluyendo algunas quizá un poco absurdas-, los dichos del mini-me del Cártel de Sinaloa pasaron a ser verdad jurídica, fueran ciertos o no, y ahora le corresponderá a los acusados o señalados asumir la carga de la prueba.

Por eso en EU ponen cara de what cada vez que Palacio Nacional les pide pruebas de sus denuncias, cuando las pruebas son los dichos de validez judicial de testigos y acusados, y en todo caso, las pruebas las debe presentar el Gobierno mexicano.

En el contexto de la información que habría aportado Ovidio a los fiscales estadounidenses para conseguir el estatus de testigo colaborador todo puede caber, en tanto que bastaría la declaración del acusado bajo protesta de decir verdad para que esos dichos se asuman las características de acusaciones graves.

La declaración del miércoles del presidente Trump que volvió a su tesis del narcoestado o narcopolítica mexicana vieron como segundo pensamiento el acuerdo de Ovidio como testigo protegido. Este mecanismo, por cierto, fue utilizado y alabado en México en el caso de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública del Gobierno del presidente Felipe Calderón.

El problema de los compromisos de culpabilidad radica en la mezcla de hechos verídicos, hechos con probatorias legales y hechos indirectos, y todo indica que la Fiscalía americana todavía no va a extender el procesamiento de presuntos inculpados como cómplices de Ovidio, sobre todo aquellos casos de presuntos funcionarios o políticos que se aliaron al Cártel de Sinaloa o que recibieron dinero del narco para sus campañas.

El escándalo Ovidio, pues, apenas está comenzando.

 

Zona Zero

En todos estas semanas los temas de seguridad han girado en torno a la confesión de culpabilidad de Ovidio Guzmán López y la presunta lista de 300 narcopolíticos que nadie conoce, que todos dicen que existe y que tiene apanicada a políticos y empresarios y todos asumidos como aliados del Cártel de Sinaloa, de manera poco silenciosa el Cártel Jalisco Nueva Generación está tomando el territorio de su archienemigo en proceso de disolución y está sentando sus bases en importantes territorios de la soberanía del Estado.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

seguridadydefensamx@gmail.com

www.seguridadydefensa.mx

@carlosramirezh

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