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Del 15 al 27 de julio, la Cineteca Nacional se convierte en epicentro del horror japonés en México con el ciclo Maestros del cine de terror japonés, una muestra de 12 largometrajes organizada junto a la Fundación Japón.

El cine japonés de terror o J-Horror es poco conocido más allá de los círculos de fans del cine del género, sin embargo, Japón cuenta con una lista interminable de títulos que dan cuenta de su folclor, su relación con lo psicológico y ponen el foco en una forma muy diferente de presentar estas historias al sello de los blockbusters.

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“Este año quisimos variar la temática. Ya habíamos hecho retrospectivas de directores, pero el público pedía mucho terror”, explicó Ana Solís, representante de Actividades Culturales de la Fundación Japón en entrevista con este medio.

El ciclo está conformado por copias restauradas en 35 mm, formato clave para entender la intención original de los realizadores: “Estas películas fueron pensadas para verse así, en 35 milímetros. La textura, la imagen, todo cambia. Y la Cineteca es de los pocos espacios en México donde aún podemos proyectarlas en ese formato”, señaló Solís.

Las cintas llegaron directamente desde Japón, gestionadas por la Fundación a través de acuerdos con distribuidoras y enviados por paquetería internacional.

Más allá de la técnica, la curaduría ofrece una ventana al alma cultural japonesa: “El cine de terror japonés parte de sus ritos, de su teatro, de su literatura. Es una oportunidad para ver qué inquieta y qué asusta a la sociedad japonesa desde los años 60”, explicó.

“Temas como la guerra, la ruptura familiar y la ansiedad frente a la tecnología están presentes en varias de las películas seleccionadas. Aunque son historias de allá, tocan miedos universales”, agregó.

 

Entre los títulos figuran obras clave como:

Cure (1997), de Kiyoshi Kurosawa, un thriller hipnótico sobre una ola de asesinatos sin explicación lógica, considerado una joya del horror psicológico.

Pulse (2001), también de Kurosawa, que explora el miedo existencial provocado por el aislamiento y la tecnología en la era digital.

El fantasma de Yotsuya (1959), una adaptación clásica de una famosa leyenda kabuki sobre venganza y traición.

Infierno (1960), de Nobuo Nakagawa, una pieza surrealista que lleva al espectador por los tormentos del más allá según la tradición budista.

Onibaba (1964), de Kaneto Shindo, una obra inquietante ambientada en el Japón medieval que mezcla sensualidad, violencia y horror folclórico.

La Casa Negra (1999), dirigida por Yoshimitsu Morita, combina terror psicológico y policiaco en una historia de seguros y asesinatos.

El Complejo (2013), de Hideo Nakata (director de El Aro), que retrata los horrores cotidianos de la vida en un conjunto habitacional maldito.

El ciclo también incluye otras cinco cintas menos difundidas pero esenciales para un panorama completo del género, seleccionadas por su valor estético, histórico y temático.

El Más Allá – Kwaidan (1964)
Antología visualmente exquisita con cuatro historias de fantasmas inspiradas en relatos folclóricos. Dirigida por Masaki Kobayashi y nominada al Oscar.

La Cara de Otro – Tanin no Kao (1966)
Dirigida por Hiroshi Teshigahara, plantea inquietantes preguntas sobre la identidad y el rostro como construcción social a partir de un hombre desfigurado que recibe un nuevo rostro.

El Clan Inugami – Inugami-ke no Ichizoku (1976)
Intriga gótica familiar en clave de horror, donde un detective investiga una cadena de muertes dentro de una familia poderosa marcada por secretos y maldiciones.

Historia de Fantasmas de Yotsuya – Tokaido Yotsuya Kaidan (1959)
Otra adaptación fílmica de la clásica historia kabuki de Oiwa, con enfoque dramático y estético distinto, que refuerza el peso cultural de este mito en el imaginario japonés.

La Mujer Perdida – Ugetsu (1953)
De Kenji Mizoguchi, considerada una obra maestra del cine japonés. Relato melancólico y sobrenatural sobre la ambición, el amor y la fantasía, ambientado en un Japón feudal devastado por la guerra.

“Queríamos que no fuera sólo un ciclo de películas famosas. Por eso incluimos títulos que muestran las distintas caras del terror japonés”, afirmó Solís.

La muestra abrirá el martes 15 de julio con La Mujer Perdida de Kenji Mizoguchi —también conocida como Cuentos de la luna pálida—, considerada una de las grandes obras maestras del cine japonés más allá del género del terror.

“Para nosotras era importante comenzar con una película del ciclo de oro del cine japonés. Es una película profundamente bella, pero también inquietante, sobre la ambición, el amor y los fantasmas”, destacó.

Además de promover el cine japonés, el objetivo de la Fundación Japón es tender puentes culturales. “Nuestro trabajo es acercar el arte y la cultura japonesa al público mexicano. No hay mejor forma de generar lazos que a través del cine”, expresó Solís.

El ciclo tendrá funciones diarias del 15 al 27 de julio en las salas de la Cineteca Nacional.

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